El presidente Petro junto a los nuevos ministros del Interior, Juan Fernando Cristo, y de Justicia, Ángela María Buitrago. Foto: Presidencia

El presidente Gustavo Petro completó su tercer remezón ministerial. En 12 días, a cuenta gotas y por Twitter, sacó a seis ministros del gabinete. En casi dos años, Petro ha tenido 40 ministros, el mismo número que tuvo el gobierno Duque durante todo su período. Por ahora, de los ministros amenazados sólo se salva el de Minas y Energía, Andrés Camacho. Del gabinete original, Petro sólo conserva a tres ministros (Defensa, Trabajo y Ambiente), más la vicepresidenta Francia Márquez, ministra de Igualdad.

El recambio profundiza el tenso equilibrio de Petro entre la apertura política y la agitación social, que en medio de sus propósitos contradictorios ha dado algunos resultados. Los nombres de Juan Fernando Cristo en Interior y Daniel Rojas en Educación representan las dos caras del arreglo que Petro promueve en su gabinete. 

Con esto, el presidente alienta duros choques con el Congreso, las altas cortes y el sector privado. Pero también ha cosechado grandes reformas, como la pensional, y una resistencia en las encuestas, en las que su popularidad es mejor que la de Santos o Duque a esta altura del gobierno.

Cristo y la incógnita sobre la apertura política

En el último consejo de ministros, Cristo estuvo “tímido, como en el primer día de colegio”, según una fuente del alto gobierno que estuvo en la reunión, y quien pidió la reserva de su nombre. No intervino demasiado ni le tiró línea a sus compañeros, pero su nombre cae bien dentro del gabinete porque lo ven como un signo de apertura frente al Congreso y una buena jugada política pensando en las elecciones del 2026.

“Con la llegada de Cristo el presidente persiste en su idea de un acuerdo nacional, y niega que su gobierno sea cerrado, como quisieron encasillarlo”, dice el representante a la Cámara por Bogotá, Gabriel Becerra, del Pacto Histórico.

Pero la autonomía de Cristo para abrir al gobierno con otros sectores está por verse. No es claro que el nuevo minInterior vaya a controlar el llamado “computador de palacio”, la figura para describir el registro de puestos y contratos con la que el gobierno aceita los votos en el Congreso. 

La repartición de burocracia en el gobierno Petro ha estado controlada por Carlos Ramón González, director de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), y Laura Sarabia, la mano derecha del presidente, quienes están enfrentados. Y los dos anteriores ministros del Interior, Alfonso Prada y Luis Fernando Velasco, tuvieron la desconfianza del Congreso por su poco margen para cumplir con los acuerdos burocráticos.

“Tener a Cristo en el gobierno es como tener una Ferrari. Es un lujo. Una extravagancia. Y mantenerlo tiene un alto costo”, dice una fuente del alto gobierno. 

La constituyente puede ser el camino que destartale el Ferrari de Cristo. El minInterior llegó a la Casa de Nariño con la idea de buscar un “acuerdo nacional” que termine en una asamblea nacional constituyente, convocada después del 2026, cuando Petro salga del poder. Pero en su primera semana en el gobierno, las diferencias con Petro frente a la constituyente son grandes, sobre todo porque el presidente la sigue viendo como una estrategia de agitación social que mantenga activa a sus bases sociales de cara a las próximas elecciones presidenciales.

Incluso el presidente de la Andi, el gremio de los industriales, Bruce Mac Master, señaló que uno de los problemas para llegar a acuerdos con el gobierno es que el presidente suele desautorizar a sus altos funcionarios por diferencias políticas, un riesgo permanente que Cristo tendrá en su cartera.

Rojas y el impulso de las constituyentes universitarias

Después de Cristo, Daniel Rojas ha sido el cambio más sorpresivo del remezón de Petro. El joven economista es uno de los funcionarios ideológicamente más alineados al presidente. Llega al minEducación sin trayectoria ni experiencia en el sector, más allá de su cercanía con el movimiento estudiantil de las universidades, a reemplazar a Aurora Vergara, una académica afro que terminó quemada por la oposición de Fecode frente a una reforma a la educación consensuada en el Congreso. 

Rojas es un alfil del petrismo que fue asesor legislativo del exsenador Gustavo Bolívar, ahora director del Departamento de Prosperidad Social (DPS). Su hoja de vida contrasta con la de la ministra saliente, una socióloga, y quien empezó en el gobierno Petro como viceministra de Educación Superior.

“Daniel es el perfil ideal para agitar las constituyentes universitarias. Su rol será clave en este momento del gobierno”, dice un alto funcionario del ala más a la izquierda del gobierno, quien pidió la reserva de su nombre. 

Rojas fue uno de los altos funcionarios que le cobró a la saliente ministra Vergara su incapacidad para impulsar al candidato del gobierno como rector de la Universidad Nacional, Leopoldo Múnera, quien finalmente fue elegido tras una polémica elección. Con este pulso, el gobierno empezó a promover las llamadas constituyentes universitarias, uno de los escenarios de agitación social en los que Petro materializa su llamado “poder constituyente”.

Rojas llega al minEducación con el aire de ser uno de los funcionarios más destacados por Petro. El presidente lo felicita con frecuencia en Twitter (ahora X) por su trabajo en la SAE, una entidad marcada por la corrupción en gobiernos anteriores, y en la que Rojas ha ganado puntos entregando bienes incautados a la mafia a organizaciones campesinas y universidades. 

Su influencia en el alto gobierno también viene creciendo. Desde el empalme con el gobierno Duque, Rojas promovió el nombre de la saliente ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica. Luego, siendo director de la SAE, fue director encargado del Departamento Nacional de Planeación (DNP), cuando Jorge Iván González renunció en medio de un agrio conflicto con el presidente. 

Rojas quiso quedarse al frente del DNP, pero Petro se decidió por el excongresista Alexander López, con quien Rojas tiene una relación distante. Sin embargo, el nuevo minEducación es un invitado habitual a los consejos económicos que semanalmente hace Petro en la Casa de Nariño, e incluso sonó para ser su representante en el Confis, el órgano donde se reúnen las principales autoridades económicas del gobierno.

Una nueva cantera de altos funcionarios

En Agricultura, Vivienda y Transporte, Petro echó mano de mujeres con perfiles técnicos, dando señales de continuidad e impulsando una nueva generación de altas funcionarias de izquierda en la primera línea del gobierno. 

Son reemplazos que guardan la misma alineación ideológica, en carteras donde había ministros de la vieja guardia petrista, que cayeron entre ojos por su falta de ejecución. Queda por ver si los nuevos serán más eficientes y más osados para aterrizar los deseos del presidente, que en ocasiones exigen acciones que los ponen al borde de incumplir leyes y procedimientos.  

En Agricultura, Petro nombró a la abogada Martha Carvajalino, quien tiene un perfil parecido al de la saliente ministra Mojica. De hecho, Carvajalino fue compañera de pregrado de Mojica en la Nacional y fue su viceministra de Desarrollo Rural. 

Sin embargo, su llegada no es un respaldo a la gestión de Mojica. La ministra saliente fue cuestionada por Petro por el nivel de ejecución de su cartera, y al interior del gabinete se ganó poderosos enemigos, como el director del DNP, López, quien le dio al presidente un concepto negativo sobre su trabajo, según dos altos funcionarios del gobierno, quienes pidieron las reservas de sus nombres.

En Vivienda, Petro confirmó el nombramiento de la arquitecta Helga Rivas, quien fue secretaria de Hábitat durante la alcaldía de Petro en Bogotá (2012 – 2015). Rivas viene de ser la gerente del Fondo de Adaptación, una entidad adscrita al Ministerio de Hacienda, y fue directora encargada de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (Ungrd) luego de que estallara el escándalo de Olmedo López. 

Rivas aterriza al gabinete para reemplazar a Catalina Velasco, quien terminó siendo cuestionada por el presidente, miembros del gabinete y buena parte de la bancada del Pacto Histórico por no estar “suficientemente alineada con el programa de gobierno”, como le dijo a La Silla el alto funcionario del gobierno. Para sus críticos en el alto gobierno, Velasco sobre todo trabajaba de la mano con congresistas del Partido Liberal y no pudo romper con Camacol, el poderoso gremio de los constructores.

En Transporte, Petro le terminó cobrando al saliente ministro, William Camargo, que no estuviera alineado con su política para reactivar los trenes en el país, a pesar de haber logrado avances notables. Camargo también era uno de los altos funcionarios más criticados por Petro. Buena parte de las pullas de Petro contra Camargo eran porque no pudo cambiar la destinación de los recursos de vigencias futuras para la construcción de carreras en regiones pobres, una política en la que el saliente ministro no tenía margen de maniobra por los compromisos de los contratos bajo el esquema APP. 

Finalmente, en Justicia Petro cambió ficha por ficha, y nombró a Ángela María Buitrago, una abogada liberal y prestigiosa como el saliente ministro, Nestor Osuna.

En su tercer remezón, Petro optó por no exponer a los seis ministros que sacó. Fue un cambio sin grandes escándalos, sin reproches públicos ni filtraciones a medios, a diferencia de los primeros dos. Por delante, el presidente seguirá poniendo a prueba su capacidad para pactar y agitar, con un núcleo duro de votantes de su lado, y un establecimiento que oscila entre la oposición, la cooperación y la intimidación.

Cubro al gobierno del presidente Gustavo Petro en La Silla Vacía. Estudié Periodismo en la Universidad de Antioquia.