En junio, el presidente dijo que Laura Sarabia salía del gobierno “para que desde el poder que implica esos cargos no se pueda tener ni siquiera la desconfianza de que se va a alterar los procesos de investigación”. Pero tres meses después el presidente le ofreció regresar a la casa de Nariño en el mismo cargo, como jefa de despacho, su persona más cercana, sin que haya cambiado nada en la investigación que la Fiscalía anunció a Sarabia por presunto abuso de poder y chuzadas ilegales.

Sin embargo, fue Sarabia la que no aceptó la posibilidad de volver como jefa de despacho. Así se lo dijo a La Silla: “Yo le tengo profundo cariño al presidente, pero no estaba segura de volver. Y ahí es donde surge la propuesta del Departamento de Prosperidad Social. Finalmente, es él quien toma la decisión”, dijo.

Sarabia reemplazará a Cielo Rusinque en el DPS, la entidad con el quinto presupuesto más grande de todo el gobierno (10 billones de pesos en 2023), encargada de la política de subsidios a los pobres. 

Sarabia vuelve aunque sigue sin aclararse la investigación que la Fiscalía anunció en junio por el interrogatorio con polígrafo que se le hizo en las instalaciones de la presidencia a la exempleada de Sarabia, Marelbys Meza. Y también porque el teléfono de la empleada fue interceptado irregularmente por la policía judicial. Ambas cosas pasaron luego de un robo en la casa de Sarabia en enero, del que la exniñera fue sospechosa. Ese proceso sigue en una etapa preliminar y Sarabia fue llamada a dar su versión el 5 de septiembre.

“Él siempre quiso que Laura volviera”, dijo una fuente del Pacto Histórico. La exjefa de despacho es una de las pocas funcionarias en las que confía y eso se notó en estos meses, en los que el presidente quedó aún más desconectado de sus ministros.

Incluso amenazó con un nuevo remezón de gabinete si no veía resultados, y siguió consultando a Sarabia informalmente en varias ocasiones, como cuando fue capturado su hijo, Nicolás Petro. El presidente contó en una entrevista que fue ella la que le ayudó a contactar a los abogados de Nicolás para reunirse con ellos en la residencia presidencial.

La movida de nombrar a Sarabia en el DPS y no en la jefatura de despacho también cambia el panorama de la investigación que la involucra. Como directora de un departamento administrativo, Sarabia adquiere el mismo fuero de los ministros, por lo que en caso de ir a juicio sería juzgada por la Corte Suprema de Justicia en lugar de por un juez ordinario. La Fiscalía, sin embargo, sigue siendo la encargada de acusarla si encuentra evidencias.

Petro decidió asumir el costo político de recuperar a la funcionaria investigada, en un intento por reorganizar el vacío de poder que había quedado en palacio tras su salida. 

La confidente de Petro

Como jefa de despacho, Laura Sarabia tenía tres grandes poderes en la Casa de Nariño: primero, manejaba la agenda de Petro y la relación con los ministros; segundo, tomaba las decisiones estratégicas en comunicaciones, como a qué medios darles entrevistas; y tercero, era la mano derecha de Petro en decisiones difíciles y consultas personales.

Dos de esos tres poderes ya están en otras manos. El manejo de la agenda de Petro pasó a Carlos Ramón González, el director del Departamento Administrativo de la Presidencia. Dos fuentes de la Casa de Nariño coincidieron en que una de las razones por las que Sarabia no quiso volver a su mismo cargo fue para no abrir una disputa de poder con González en el tercer piso de la Casa de Nariño.

Ante la negativa de Sarabia, Petro contempló darle el cargo a Cielo Rusinque, a la que ya había decidido sacar del Departamento de Prosperidad Social. A través de Carlos Ramón González, le ofreció a Rusinque un cargo mucho más limitado que el que tuvo Sarabia, dedicado sobre todo a su agenda.

Pero Rusinque se adelantó. Anunció su llegada en medios y, según una fuente de la Casa de Nariño, incluso anticipó pedidos de renuncia para funcionarios en palacio. Esas dos movidas le quitaron la confianza de Petro, quien el miércoles de esta semana reversó la decisión y decidió dejarle el poder de la agenda a Carlos Ramón González, tal como ha sido estos meses.

El poder de las comunicaciones también cambió de dueño. Lo asumió Hollman Morris, el subgerente de RTVC, el sistema de medios públicos. Morris tira línea en palacio en la consejería de comunicaciones de presidencia, donde fue nombrada una exempleada suya, María Paula Fonseca. También le dio un giro a la televisión pública, en especial el canal Señal Colombia: extendió el noticiero del mediodía a dos horas y ordenó interrumpir la programación cultural y educativa del canal todas las semanas para transmitir en vivo eventos políticos, entre ellos muchos del gobierno.

Sarabia no recupera estos dos poderes con su regreso, pero mantiene el más importante: la confianza de Petro.

El presidente se puso del lado de Sarabia en la pelea que ella tuvo con el exembajador en Venezuela, y su antiguo jefe, Armando Benedetti, con el que trabajó durante cinco años en el Congreso como secretaria privada.

El escándalo que la sacó del gobierno en junio coincidió con el estallido de una tensión de meses entre Sarabia y Benedetti. El entonces embajador en Venezuela tenía la intención de volver al gobierno en un cargo de mayor poder, por lo que le reclamó a Sarabia en varios audios que fueron filtrados a la prensa, en los que además hizo referencia a la posible financiación irregular de la campaña. La lealtad de Sarabia se mantuvo con Petro.

Y mientras estuvo fuera del gobierno siguió conectada con decisiones claves. Entre ellas, la elección del abogado del presidente, Mauricio Pava. Petro anunció a principios de agosto que Pava lo representará frente a las investigaciones que surjan en torno a presuntas irregularidades en la financiación de su campaña, que también fueron mencionadas tras la captura de su hijo, Nicolás Petro.

Pava es cercano a Sarabia desde hace años. Se conocieron mientras ella era asesora de Benedetti y Pava era el abogado del congresista en varios procesos, como el que lo investiga por la presunta adjudicación ilegal de contratos a través de Fonade durante el gobierno Santos.

La pelea entre Sarabia y Benedetti causó que Pava dejara de ser abogado del excongresista. Y según una fuente del gobierno, que pidió no ser citada, fue a través de ella que el abogado pasó a representar al presidente Petro.

Sarabia no lo confirmó ni lo negó. “A Mauricio lo conozco hace algunos años, cuando fue abogado de Benedetti. Un muy buen penalista. Entiendo que el nombre al presidente le llega por varios lados”, le dijo a La Silla.

Una mano derecha investigada

Además del poder que ya tenía, el nuevo cargo de Sarabia le da control sobre la política de subsidios, un frente clave para la promesa de mayor igualdad con la que Petro ganó la presidencia y que bajo la gestión de Rusinque ha tenido pocos avances.

La expectativa en el gobierno, según dos funcionarios que pidieron no ser citados, es que la llegada de Sarabia al DPS ayude a conectar con la base popular que necesita los subsidios. “Ella está más conectada con el proyecto y es más eficaz que Cielo y puede ayudar a construir una base electoral a futuro”, dijo uno de los funcionarios.

Petro priorizó ese uso político de los subsidios sobre la propia experiencia de Sarabia. La nueva directora llega a un cargo con billones de presupuesto sin haber trabajado nunca en el manejo de recursos públicos, ni en políticas para enfrentar la pobreza. Aunque su eficiencia y capacidad de trabajo está demostrada, su trayectoria se ha limitado a manejar las agendas de un congresista, Armando Benedetti, y luego del presidente Petro.

Su nombramiento, además, enfrenta al gobierno Petro al escenario de defenderla en medio de su investigación, algo que el presidente había dicho que no haría. Su cargo le devuelve un poder en palacio que, pese a que el abogado de Sarabia lo ha negado, puede ser intimidatorio para eventuales testigos en su contra en la investigación por su gestión en un cargo anterior.

Además, en los audios filtrados de Benedetti, el exembajador amenaza a Laura Sarabia con “decir quién dio la plata en la costa”. Esto en un contexto en el que la campaña de Petro es investigada por posible financiación irregular. El nombramiento de Sarabia sigue la línea de Petro de mantener en puestos de poder a posibles involucrados o testigos en el caso, como el gerente de Ecopetrol, Ricardo Roa, exgerente de la campaña.

El nombramiento también contrasta con los detalles del caso de Sarabia con su exniñera. Entre ellos, por ejemplo, que no afilió a Marelbys Meza a seguridad social durante los meses que trabajó como niñera en su casa, algo que le ha cobrado la oposición y se contradice con el manejo de la política enfocada en los más pobres.

Esas contradicciones, la inexperiencia y la investigación en curso son los costos que asume Petro para recuperar a su mano derecha. Luego de meses en los que, según perciben en palacio, ha gobernado sin una extremidad.

Periodista en La Silla Vacía hasta 2023. Estudié periodismo en la Universidad de Antioquia y allí hice un diplomado en periodismo literario. Trabajé en El Colombiano y fui subeditor del impreso de El Tiempo. En 2022 participé en el libro 'Los presidenciables' de La Silla Vacía y en 2020 hice parte...