Presidente Iván Duque.

Hoy en varias ciudades del país se levanta la medida del uso de tapabocas en espacios cerrados, el último vestigio que quedaba de la pandemia en nuestra vida cotidiana. Hoy también veremos el último reporte diario de casos y muertes de covid, que el INS lleva haciendo por más de dos años sin falta.

Son hitos que, en varios sentidos, marcan el fin de la pandemia (al menos por ahora). El virus, como ya se había previsto, sigue circulando, pero con las vacunas y la variante ómicron se asemeja cada vez más a una gripa común y menos a una amenaza de muerte. Y aunque sigue latente el riesgo de que vuelva a aparecer una nueva variante que nos ponga en estado de alerta, en Colombia llevamos varios meses sin tener motivos de alarma.

Al final de la pandemia como la conocemos, el balance para Colombia es positivo, pero está lejos de ser excelente. Han muerto casi 140 mil personas por covid y miles de otras por muertes otras causas directamente relacionadas con la pandemia. Al compararse con países desarrollados de Europa y Norteamérica, así como con otros países de América Latina, Colombia se mantiene en un lugar intermedio en cuanto a indicadores de mortalidad y vacunación. Esto a pesar de tener una población mayor a la de varios países y unas fallas estructurales en el sistema de salud que dificultaron el manejo de la pandemia en varios niveles.

Hablamos con cinco expertos de diferentes áreas del sector salud y revisamos el cubrimiento que hemos hecho durante estos dos años de covid para hacer un balance de cómo le fue al país con la pandemia en tres aspectos claves: reducción de la mortalidad, vacunación y capacidades del sistema de salud.

Reducción de la mortalidad

En cifras: La pandemia dejó en Colombia 6.092.167 casos confirmados y 139.789 muertes por covid (es decir, un 2,3 por ciento de los casos totales diagnosticados).

Si se compara con otros países, en muertes por millón de habitantes a Colombia le fue mejor que a Estados Unidos, pero peor que a otros países desarrollados como el Reino Unido, Francia, España y Alemania. En la región, Colombia tiene un desempeño intermedio, con menor mortalidad que Chile, Argentina y Brasil, pero por encima de México, Uruguay y Ecuador. También hay que tener en cuenta que Colombia registra muy bien las muertes, a diferencia de otros países como México y Perú, donde se ha encontrado un subregistro importante.

Sin embargo, según expertos y revistas científicas internacionales, el mejor indicador para medir el impacto del covid es el exceso de mortalidad. Es decir, la diferencia entre las muertes registradas (por cualquier causa) y las muertes esperadas en un determinado periodo de tiempo.

En el caso de Colombia, según los cálculos de Our World in Data, este indicador se acerca al 32 por ciento –es decir que durante la pandemia se ha muerto una cantidad de personas 32 por ciento mayor a la que se había proyectado para ese periodo. En este indicador, Colombia supera a Estados Unidos y varios países europeos, así como a Chile, Brasil y Uruguay. Pero se mantiene por debajo de otros países de la región como Perú, Bolivia, México y Ecuador.

Qué pasó: Al inicio de la pandemia Colombia tuvo una respuesta rápida que consistió en aplicar medidas restrictivas estrictas, como cuarentenas, cierres y toques de queda. Luego vinieron varios meses de una relajación progresiva de las restricciones, con medidas como el pico y cédula, intercedidos por nuevos aumentos en estas restricciones con la llegada del segundo pico, en enero de 2021, y del tercero, en abril.

Para ese momento, las medidas restrictivas estaban cada vez más agotadas, su costo económico y social era muy alto, y la vacunación empezaba a tomar impulso. En junio de 2021, cuando el tercer pico estaba en su peor momento, se eliminaron casi todas las restricciones, y la contención del virus pasó a depender de medidas de higiene individual –como el uso del tapabocas, el lavado de manos y el distanciamiento social– y del famoso Prass (pruebas, rastreo de casos y aislamiento), que nunca funcionó bien.

Para enero de 2022, con la llegada de ómicron y de cara a una situación de hipercontagio pero menor mortalidad, los nuevos lineamientos del MinSalud redujeron la necesidad de hacerse pruebas, los días de aislamiento y en general la disrupción que un posible contagio podía causar en la vida cotidiana. En los meses siguientes desapareció el tapabocas en espacios abiertos y ahora, finalmente, también en espacios cerrados.

En qué acertamos:

  • En la cuarentena del inicio: A pesar de su elevado costo social, los expertos consultados coinciden en que la reacción rápida y definitiva de gobiernos locales y nacional fue clave para mitigar la ola inicial del virus en Colombia y ampliar las capacidades del país para enfrentarla. Esta ola inicial no se acercó a la gravedad y el desbordamiento del sistema de salud que alcanzó en otros países.
  • En el cambio frente a ómicron: Lo que en enero parecía un camino arriesgado de cara a un nuevo pico probó ser lo acertado. A pesar de que hubo una ola de contagios sin precedentes, las muertes se mantuvieron muy por debajo de las del tercer pico, y no hubo presión adicional sobre las capacidades hospitalarias o de UCI.

En qué fallamos:

  • En el Prass: La comunidad científica probó que el rastreo de casos era un elemento clave para la mitigación del virus, tanto durante los picos como, especialmente, en los valles –cuando las medidas restrictivas tendían a relajarse. Las dificultades estructurales del sistema de salud en Colombia, especialmente en cuanto a sistemas de información, dificultaron enormemente esta labor y la hicieron muy costosa, pues se requerían equipos en campo para buscar al amplio porcentaje de personas que no se podían contactar por teléfono.
  • En la equidad: La pandemia puso de presente las diferencias entre las capacidades de las secretarías de salud de los departamentos, que no solo afectó las capacidades hospitalarias y de atención, sino también aquellas en salud pública, de las que dependían medidas claves como el Prass.
    Así, el impacto del covid se vivió de manera diferencial entre las distintas regiones y municipios del país, como contamos en esta historia y como ilustran los mapas del INS de las tasas de mortalidad por departamento, que oscilan entre 5 muertes por millón de habitantes en Amazonas y 1,7 en Boyacá. Dentro de una misma ciudad como Bogotá, las muertes se concentran en los más vulnerables: mientras el estrato 1 representa un 10 por ciento de la población, tiene el 13% de las muertes; y los estratos 4, 5 y 6 juntos representan el 15% de la población pero el 10% de los fallecidos.

Vacunación contra el covid

En cifras: Colombia, hasta ahora, tiene una cobertura del 69,5 por ciento en esquemas completos. En primeras dosis llega al 83% y en refuerzos llega al 32%. Por muy poco, no ha alcanzado la meta de cobertura del 70% con esquemas completos que se propuso al inicio de la vacunación (y originalmente estaba propuesta para lograrse en 2021). Sin embargo, los expertos señalan la vacunación como uno de los principales logros del Gobierno y del país en la pandemia.

El 83 por ciento de personas con al menos una dosis es un buen logro cuando se compara con otros países: Colombia supera a Estados Unidos y a países europeos como el Reino Unido, Francia y Alemania. Y se mantiene por encima o cerca de la mayoría de países de la región. Sin embargo, la cobertura con dosis completas no la deja tan bien parada: aunque sigue estando por encima de Estados Unidos, la superan los europeos y la mayoría de países de la región, a excepción de México y Bolivia. 

Hay que anotar, sin embargo, que Colombia tiene más habitantes que la mayoría de sus vecinos. Es más fácil vacunar los 19 millones de Chile o los 18 millones de Ecuador que los 50 millones de Colombia.

Qué pasó: La vacunación empezó tarde, en marzo de 2021, detrás de la mayoría de los países de la región. En un principio fue despacio por la baja disponibilidad de vacunas, pero para mediados del 2021 esta disponibilidad aumentó y la vacunación se aceleró marcadamente con la apertura rápida de varios grupos de edad. En los meses siguientes, con el anuncio de que se iba a pedir carnet de vacunación en bares y restaurantes, la apertura de la vacunación para niños y de terceras dosis para ciertos grupos de edad, y luego el nuevo pico por ómicron, se logró mantener un ritmo alto hasta febrero de este año, cuando parece que la vacunación llegó a su techo y el ritmo volvió a caer.

En qué acertamos:

  • En la disponibilidad de las vacunas: A pesar del inicio tardío y de unos primeros meses donde la disponibilidad de vacunas limitaba la velocidad de la vacunación, desde mediados de 2021 ha habido muy pocos momentos en los que han escaseado. Este factor no ha vuelto a ser una limitante para la vacunación, y la alta disponibilidad permitió una importante aceleración de este proceso, que llegó justo en el momento de mayor necesidad: el tercer pico.
  • En la priorización inicial: Especialmente en los primeros meses, cuando las vacunas eran escasas, la priorización según edad, comorbilidades y ocupación cumplió su objetivo de proteger a los más vulnerables primero. Los médicos y las enfermeras pudieron inmunizarse rápidamente, y al día de hoy los adultos mayores son los que tienen mayores tasas de vacunación entre todos los grupos de edad.

En qué fallamos:

Capacidades del sistema de salud

En cifras: Durante la pandemia se duplicó la capacidad de cuidados intensivos. Colombia empezó con 5.300 camas de UCI, hoy tiene 10.600 y llegó a tener 13.300 en el tercer pico.

Qué pasó: El aumento de las capacidades se empezó a dar tempranamente y se logró de manera rápida. Durante los valles, el Gobierno creó la figura de pago por disponibilidad, donde le pagaba a las IPS por tener camas de UCI disponibles, de manera que mantenerlas fuera sostenible para los prestadores en periodos de baja ocupación.

Desde el inicio de la pandemia se dieron esfuerzos por articular los diferentes actores del sistema de salud: gobierno nacional, gobiernos locales, EPS y prestadores, a través de puestos de mando unificados semanales (cada viernes) que hasta hoy se mantienen. La gestión de procesos clave como el Plan Nacional de Vacunación y el Prass se coordinó desde el Gobierno nacional, pero se implementó en su mayoría desde los gobiernos locales, en articulación con las EPS y los prestadores.

En qué acertamos:

  • En la protección financiera: El gasto de bolsillo, es decir, la plata que una persona debe pagar por su atención en salud (por ejemplo, por una hospitalización en UCI), se mantuvo en niveles bajos. Esto a diferencia de la mayoría de países de la región: según un estudio de la Universidad de Antioquia, mientras en Colombia la gente no tuvo que pagar más por acceder a la atención de salud por covid, en México, Brasil, Ecuador, Perú y Chile este gasto aumentó, incluyendo gastos catastróficos para las familias (una estancia en UCI podía costarle a una familia miles de dólares).
  • En la coordinación entre los actores del sistema: Todos los expertos resaltan esto como un logro de la pandemia y un avance del sistema, especialmente en cuanto a la articulación que se logró desde las secretarías de salud con prestadores y EPS, que antes de la pandemia casi que no existía.
  • En la ampliación de capacidades: Las cifras hablan por sí solas. Las UCI se duplicaron en pocos meses y llegaron cerca a triplicarse, algo que ningún otro país de la región logró y que refleja unas capacidades enormes de base para haberse conseguido en tan poco tiempo.

En qué fallamos:

  • En la reapertura lenta: Al principio de la pandemia se cerraron rápidamente la mayoría de servicios en centros de salud y hospitales que no eran de urgencia y no tenían que ver con el covid. La reapertura, en cambio, fue lenta y estuvo obstaculizada por el miedo que les daba a las personas de volver a los servicios de salud. Esto pasó factura en la atención, control y diagnóstico de enfermedades crónicas y cáncer, llevando a hospitalizaciones y muertes por condiciones diferentes al covid que podrían haberse prevenido.
  • En la atención primaria en salud: Se fortalecieron las capacidades de alta complejidad, como las UCI, pero no las de atención primaria. Estas son claves en promoción y prevención en salud, así como en el acceso a la atención en salud en zonas apartadas de las ciudades. Esta carencia atraviesa temas de salud de enfermedades crónicas, como lo que se mencionó en el apartado anterior, y de la misma pandemia: en varios municipios, eran los equipos de atención primaria los que se encargaban de rastrear casos de covid y buscar a la población que faltaba por vacunarse.
  • En las capacidades locales: Varias secretarías de salud tenían debilidades estructurales e históricas que pasaron factura en la pandemia, porque cuando debieron encargarse del rastreo de casos y la vacunación no tuvieron las capacidades. Aunque los expertos destacan que se hizo lo mejor posible con lo que se tenía, esas limitaciones estructurales limitaron el éxito de varias intervenciones.

Fui periodista de ciencia y salud en La Silla Vacía de 2021 a 2022. También he trabajado en investigación y publicaciones científicas con el grupo de investigación de neurocirugía de la Fundación Santa Fe de Bogotá.