Integrantes de Los Costeños grabaron un video atribuyéndose la masacre del clan Vega en 2023.

Una guerra pública de mafias se tomó Barranquilla. En 2023, tres guajiros de la misma familia fueron asesinados en su casa con 33 tiros. Cuando murió el cuarto, asesinado en España, hubo festejos con fuegos artificiales en Puerto Colombia. En 2023 también fueron baleadas 19 personas en una fiesta, hubo cinco muertos. Este año han aparecido tres personas desmembradas. Hace unas semanas, doce sicarios, algunos vestidos con uniformes de Policía y portando armas largas, entraron a un centro de salud a plena luz del día para matar al hijo de “La Gata”. 

Estos hechos hacen parte de una guerra a cielo abierto con armas y logística de alto nivel criminal, como relata este reportaje de La Silla Vacía. De algunos hechos, como el intento de matar al hijo de “La Gata”, aún no hay claridad de los autores. Sin embargo, el telón de fondo es una guerra entre bandas locales que se disputan el poder y los negocios ilegales. En el medio también está el Clan del Golfo, que ha tenido cercanía y tensiones con esas bandas ilegales. Las formas de matar en la ciudad son públicas y viscerales para aterrorizar y mostrar fuerza al enemigo. 

“Ya no basta solo con matar, sino que se exhibe la muerte, se teatraliza”, dice el investigador de la Universidad del Norte, Luis Fernando Trejos. “Los grupos armados no parecen estar compitiendo necesariamente por ser quienes más asesinan, sino por ser quienes asesinan más espectacularmente”. 

La guerra tiene a Barranquilla atemorizada, con una de las tasas de homicidios más altas del país y entre las ciudades con más masacres. Las extorsiones se dispararon 624 por ciento en cinco años, y han forzado el cierre de cientos de negocios. Y la promesa de mano dura del alcalde Álex Char aún está lejos de mostrar resultados.

En medio de la presencia de grupos ilegales, hoy se conoció una alerta de la Fiscalía por la creación de un presunto frente urbano de las disidencias de las Farc en Barranquilla. Una hipótesis que aún está en investigación.

El Clan rebarajó el tablero de las bandas

El Clan del Golfo maneja el negocio del narcotráfico en Barranquilla. Para la operación logística en la ciudad, el Clan empezó subcontratando a bandas locales, principalmente a Los Costeños, la más poderosa localmente.

“El Clan necesitaba tener outsourcing, es decir, bandas delincuenciales asentadas que les garanticen lugares donde esconder la droga, rutas, personal que cuide la droga, personal que contamine embarcaciones. En esa búsqueda ellos han delinquido con toda el hampa de Barranquilla”, dice un investigador de la Policía que habló con La Silla Vacía a condición de no ser citado. 

Sin embargo, desde 2019 se agrietaron las relaciones entre el Clan del Golfo y las bandas locales, aparentemente por poder y robos de droga. Desde entonces el Clan ha intentado meterse en Barranquilla sin bandas intermediarias, y manejar completamente el negocio de exportación de droga. 

El investigador Trejos explica que eso implicó que las bandas locales dejaran de recibir dinero por su rol como operadores del Clan y, además, el negocio de la extorsión también se les cayó porque en pandemia la mayoría de negocios estaban cerrados. 

“Una vez se relajan las medidas de restricción de movilidad, es decir, las cuarentenas, estos grupos salieron a competir por las rentas que habían quedado en pie. Ahí es donde la guerra se exacerba porque es por supervivencia”, dice Trejos. Eso explica que en 2020, mientras en las principales ciudades del país los homicidios disminuyeron, en Barranquilla pasaron de 276 a 296 homicidios, según cifras del Observatorio de Seguridad de la Universidad del Norte.

La estructura del Clan del Golfo en Barranquilla y su relación con las bandas locales es difusa, incluso para las autoridades. En septiembre de 2022, hubo una masacre de seis personas en un estadero del barrio Las Flores, cerca del río Magdalena. La hipótesis inicial de la Policía fue que se trató de una retaliación del Clan por un robo de droga de Los Costeños, en medio de una guerra entre ambos grupos. 

Sin embargo, la fuente de la Policía afirma que la masacre realmente fue realizada por Los Costeños contra delincuentes de esa misma banda que se robaron la droga e iban a pasarse para otra banda local, Los Pepes. Un planteamiento que va en línea con las judicializaciones que se han hecho por ese crimen, por el que han capturado a integrantes de Los Costeños. 

El intento del Clan del Golfo de independizarse de las bandas locales no ha sido exitoso, pues los mandos medios que han sido enviados a comandar en la ciudad y el departamento rápidamente fueron capturados. Es el caso de “Jhonatan” en 2021, “Arcángel” en 2022 y “Comando Niño” en 2023, junto con otros integrantes de la organización. 

Su inexperiencia en la operación local también ha permitido que la Policía logre grandes incautaciones de droga. El mes pasado cayeron casi dos toneladas de cocaína y marihuana del Clan en el popular barrio de Siete de Abril, avaluadas en 25 millones de dólares. 

Por eso, según la fuente policial, pese a las diferencias que han tenido, las bandas criminales siguen siendo operadores logísticos de la que es hoy la organización armada más poderosa de Colombia. “Al Clan del Golfo no le interesa el tema del microtráfico y la extorsión. Ellos quieren el negocio grande que es la exportación de droga. Por eso si tienen gente aquí que puede hacer el trabajo con menos costo y menos riesgo, mejor”. 

Así que el enfrentamiento más sangriento y mediático no ha sido con el Clan del Golfo, sino entre las propias bandas criminales locales, que son lideradas por dos viejos amigos. 

La amistad rota y la guerra en Barranquilla

Jorge Eliécer Díaz, “Castor”, es el jefe de la poderosa banda criminal Los Costeños, que nació en 2013 como una disidencia de Los Rastrojos. Su amigo y principal socio era Digno Palomino, y ambos fueron capturados en 2019 en Venezuela. La relación entre los amigos se reventó, y Digno Palomino armó su banda aparte, Los Pepes. Desde la cárcel en Venezuela cada uno lideró su estructura criminal en Barranquilla, y desataron una guerra, que hoy comandan desde prisiones en Colombia.

El episodio más sangriento y cinematográfico del conflicto inició en una cabaña en Puerto Colombia. Era octubre de 2022. Un cumpleaños con presencia de artistas de renombre como Farid Ortiz y Diego Daza, camionetas de lujo de regalo y mucho licor. Los disparos, con subametralladoras, comenzaron pasadas las seis de la madrugada por un enfrentamiento entre los asistentes. Fueron 45 minutos de horror, de personas huyendo de la balacera. El saldo fue de dos muertos, entre ellos el cumplimentado Jhonatan Ospino.

Detrás del asesinato estuvo el clan Vega Daza, un grupo de mafiosos guajiros que tenían años en ascenso en el hampa barranquillera. Los Vega Daza eran socios de Digno Palomino, jefe de Los Pepes.

“Los Vega Daza se vuelven muy públicos porque se unen a la banda de Digno Palomino y ejercen un control territorial en la ciudad. Ellos cogieron mucha fuerza y querían sacar del negocio a todo el mundo. Se sentían poderosos porque eran un clan familiar, y no los penetraba nadie”, dice Jacobo Solano, un periodista independiente que ha seguido en detalle la mafia en el Caribe. 

Pero la venganza contra los Vega Daza llegaría pronto. Los Costeños, rivales de Los Pepes, hicieron parte de los grupos criminales que vengaron la muerte de Ospino en su cabaña. En julio de 2023, dos hombres armados con fusiles ingresaron por el techo a la vivienda de los Vega Daza en un exclusivo conjunto residencial de Puerto Colombia. Con 33 disparos asesinaron a Rafael Vega Cuello y a sus dos hijos, Ronald y Raily Vega Daza. Sobrevivió Roberto Carlos Vega Daza, quien se refugió en un carro blindado.

Semanas después, autodenominados integrantes de Los Costeños hicieron un video atribuyéndose la masacre y amenazando a los aliados de los Vega Daza, entre ellos Los Pepes. “Esta acción fue consecuencia de una sociedad cansada de los atropellos causados por el clan Vega, los cuales se dedicaron a robarse propiedades, dinero, droga, y extorsionaban a la gente (…) que tengan claro que todos sus colaboradores van para el mismo camino”, advirtió uno de los encapuchados de Los Costeños.

En la larga lista de aliados de los Vega Daza, el encapuchado mencionó a Digno Palomino, el capo de Los Pepes, como el “encargado de suministrar armamento ilegal, hombres, y todo el tema de sicariato y envío de drogas por el puerto de Barranquilla”. En el video también señalaron a Mairon Bustamante, cuñado de Palomino, como responsable del “sicariato” a cargo de Los Pepes. 

“En esta lucha de clases al pueblo siempre le tocará defenderse con las armas. No hay revolución sin tiros, por una Costa unida”, fue el mensaje final del encapuchado, que luego sería capturado. La guerra continuó. Ha habido muertos de bando y bando. En agosto de 2023 fue asesinado Jorge Díaz Agámez, padre de “Castor”, jefe de Los Costeños. 

El último acto de la confrontación con el clan Vega Daza fue el asesinato del sobreviviente de la masacre en Puerto Colombia. En febrero de este año fue asesinado Roberto Carlos Vega Daza en Valencia, España. La facción vencedora de la mafia barranquillera celebró: la residencia donde mataron a Los Vega fue pintada con el grafiti “Game Over Los Vega” y hubo lluvia de fuegos artificiales cerca del lugar.

El homicidio y las masacres disparadas 

La muerte del último de los Vega no fue el fin de la guerra que se siente aún en las calles de Barranquilla. En medio de la disputa por el negocio del microtráfico y la extorsión la violencia se exhibe con asesinatos en fiestas, con desmembramientos y masacres. 

Entre 2019 y 2023, en Barranquilla la tasa de homicidios pasó 22,2 a 28,3 por cien mil habitantes. El 2023 fue el año con más homicidios desde el 2016, con 375 homicidios. El 2024 la situación está peor: se han registrado 190 homicidios, 29 más que en el mismo periodo del año anterior. 

Según un informe del Centro Externadista de Paz, Barranquilla fue el sexto municipio de más de 500 mil habitantes con la mayor tasa de homicidios. Su vecina Soledad ocupa el quinto lugar, solo superadas por Cali, Cúcuta, Santa Marta y Cartagena.

Asimismo, las masacres hacen parte de los métodos que han utilizado los grupos ilegales en medio de la guerra local. Según una investigación del portal especializado en el conflicto Verdad Abierta, entre 2019 y 2023, en Barranquilla se registraron 12 masacres (de tres o más personas), ocupando el segundo lugar de municipios con más masacres en ese lapso. Ese lugar lo comparte con Bogotá y Tumaco, y solo es superada por Cúcuta. 

El fenómeno se extiende a los municipios del área metropolitana de Barranquilla, especialmente a la vecina Soledad. En cinco años en Soledad se registraron siete masacres, cinco de ellas en 2023, según Verdad Abierta. Soledad fue el municipio con más masacres en 2023, que dejaron un saldo de 15 víctimas mortales.

Soledad es un municipio de casi 700 mil habitantes, que está al lado de la parte sur de Barranquilla. Los habitantes de las dos ciudades tienen una interacción permanente, pues soledeños trabajan y hacen vida social en Barranquilla, y viceversa. La terminal de transporte de Barranquilla queda en Soledad y el estadio Metropolitano está a una cuadra de ese municipio. Por eso la violencia y las masacres en esas dos ciudades se entiende de forma conjunta.

Según los investigadores Trejos y Reynell Badillo: “Las masacres son funcionales porque mandan un mensaje de fortaleza del grupo armado que las comete, pero además demuestra que están dispuestos a ejercer esa violencia de forma visible y brutal”. 

Las hipótesis que ha planteado la Policía en varias de las masacres están relacionadas con retaliaciones y disputas de las rentas ilegales entre las bandas criminales. En marzo del 2023, a una fiesta al aire libre en el barrio La Loma, cerca al río Magdalena, llegaron cuatro hombres armados que dispararon indiscriminadamente. Hubo cinco muertos y 14 heridos. 

Las imágenes de personas bañadas en sangre corrieron por redes sociales. Según la Policía, se trató de una retaliación por las disputas entre las estructuras entre Los Costeños y Los Pepes. 

El otro fenómeno que se da en Barranquilla es el del desmembramiento de personas: desde 2021 han ocurrido nueve. “El desmembramiento es utilizado usualmente para esconder evidencia (…) En Barranquilla, sin embargo, los desmembramientos son publicitados y es relativamente claro al menos cuál grupo armado lo cometió. El desmembramiento es entonces una forma de exhibición de la violencia”, explica el investigador Trejos. Este año apareció un cuerpo desmembrado en Villa San Pedro y otros dos en Nueva Colombia.

Mientras las balas entre bandidos no cesan, la guerra se alimenta con la plata de los comerciantes de Barranquilla, que padecen la extorsión. 

La extorsión, el terror de los comerciantes

En Soledad, la semana pasada, un grupo de camioneros hizo una protesta por los cobros de la extorsión. “Nos están robando” y “Estamos solos”, eran algunas de las banderas que colgaron en sus camiones los afectados. Por estos mismos días, en Malambo circuló un comunicado de comerciantes en el que anunciaron que se armarían para defenderse de la delincuencia. 

“Esta medida, aunque drástica, es nuestra última esperanza para garantizar nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos”, reza el comunicado que no tiene nombres. 

Son las dos últimas muestras de un departamento azotado por la delincuencia y la extorsión desde hace varios años. En julio de 2022, delincuentes asesinaron a tres conductores de Barranquilla y el área metropolitana por no pagar extorsiones. La situación causó que el gremio semiparalizara la ciudad pues los conductores dejaron de prestar sus servicios.

Detrás de los homicidios y las extorsiones estuvieron Los Rastrojos Costeños, otra de las bandas criminales fuertes de Barranquilla, liderada por “El Negro Ober”, quien dirige la estructura desde la cárcel de Girón, Santander. El año pasado, cuando capturaron a su pareja sentimental, “El Negro Ober”, grabó un video desde la cárcel advirtiendo que mataría comerciantes y policías. “Los comerciantes me las van a pagar toditos”, amenazó Ober desde prisión mientras hacía la señal de la cruz. 

La extorsión es un delito con un alto subregistro pues depende de que la víctima denuncie. En todo caso, esas denuncias sí se han multiplicado. Según la base de datos Siedco de la Policía, en 2019 se reportaron 121 extorsiones en Barranquilla y en 2023 se reportaron 877. 

Según la Unión de Comerciantes (Undeco) de Barranquilla, desde hace dos años los delincuentes empezaron a ser más agresivos en las extorsiones, intimidando con disparos a los establecimientos que no pagan. Según sus cifras, más de 200 tiendas de Barranquilla y su área metropolitana han cerrado y más de 200 comercios de otras actividades, como restaurantes, peluquerías y ferreterías. 

El año pasado, en Barranquilla y Soledad, siete estaciones de gasolina suspendieron sus servicios tras el asesinato de un trabajador por parte de Los Costeños. En marzo de este año, el asesinato al comerciante Marcos Díaz Plata, dueño de un granero en Soledad, provocó la protesta del gremio a las afueras de la Alcaldía de Barranquilla. Allí llevaron un ataúd y afiches que con las consignas “Nos están matando” o “no más extorsiones”. 

La guerra no parece tener un final cercano. La Fuerza Pública ha dado golpes con incautaciones de droga, capturas y bajas a altos mandos de estos grupos criminales. En lo que va del año, la Policía reporta 94 personas capturadas por el delito de homicidio y 139 por extorsiones.

Pero en los grupos criminales surgen reemplazos o los capturados operan desde las cárceles. Incluso, muchos de los crímenes los cometen delincuentes que pagan casa por cárcel, pero que no tienen la debida vigilancia, como han reconocido funcionarios de la Alcaldía. 

El chicharrón para Char

“Estamos armados hasta los dientes, los bandidos que vayan cogiendo para Paraguachón (frontera con Venezuela), aquí les vamos a dar candela”, dijo Álex Char en su acto de posesión. Sin embargo, han pasado seis meses y las cifras no mejoran.

El alcalde ha contado con la ventaja de que su aliado, el gobernador Eduardo Verano, le cedió el manejo de la tasa de seguridad de este año por 78 mil millones de pesos. 47 mil millones ya los invirtió en 439 vehículos, entre camionetas y motocicletas, y 50 radios con tecnología de punta. 

Asimismo, la Asamblea del Atlántico le aprobó a Verano vigencias futuras de la tasa de seguridad de los próximos 10 años por un billón de pesos. Como parte del acuerdo con Char, buena parte de ese dinero irá para infraestructura de la Fuerza Pública en Barranquilla, como construcción de estaciones, centros de inteligencia, cais e “infraestructura para entornos seguros”. 

El alcalde Char también ha sacado al Ejército a patrullar en las calles. Para el docente e investigador del conflicto de la Universidad Libre, Alejandro Blanco, decisiones como esa o las recompensas que ofrece la Policía “son medidas para la opinión pública, pero tienen poco resultado en lo concreto. En seis meses los resultados no mejoran, pero el gobierno local siempre encuentra como sombrilla o escampadero la crisis nacional, que en efecto es real”.

El investigador Trejos dice que en Barranquilla “se repiten, administración tras administración, las mismas medidas, que en el pasado ya han mostrado unos resultados deficientes. La prohibición del parrillero hombre, ofrecer pago de recompensas, sacar a los militares a la calle. Hace unos años hubo una estrategia con drones, pero nunca recibimos la retroalimentación para saber a qué indicador ayudó a mejorar esa estrategia”. 

Los números de la seguridad muestran un saldo en rojo con una tendencia negativa, que se alza como el gran reto de Char en su tercera alcaldía.