Se llama El Esfuerzo porque no había otro nombre más preciso. Es una vereda de Buenaventura en la que viven más de 2 mil personas sin servicios públicos básicos. No llegan los carros de basura y el agua la tienen que recoger en baldes y pimpinas. Las vías son de balastro y la obra más grande es una escuela que construyó una ONG. Lo que sí llega fuerte y claro es la señal de internet. Por eso, los líderes de esta vereda se montaron en una Marea Digital que poco a poco comienza a lograr cambios.

En 2017, Buenaventura estuvo paralizada por cuenta de un paro cívico. La indignación suspendió la operación del principal puerto del país por 21 días y llegó a un nivel de organización que permitió llegar a acuerdos históricos con el gobierno nacional. El entusiasmo logró incluso una gesta electoral, cuando Víctor Vidal, líder de la movilización, llegó a la Alcaldía.

Pero, la espuma bajó y siete años después los acuerdos aún están por cumplirse. Mientras tanto, los líderes sociales buscan alternativas para llamar la atención del Estado, esta vez, con la ayuda de la tecnología. 

Un esfuerzo en Buenaventura

Después de 15 minutos subiendo por la Simón Bolívar, la principal avenida de Buenaventura, está el barrio Nueva Frontera. Tras atravesarlo y cruzar un pequeño puente de concreto, comienza El Esfuerzo. Algunas de las casas de esta vereda son de material, otras de madera, pero todas tienen en su fachada una nevera recostada, una caneca o cualquier recipiente que sirva para capturar el agua lluvia. 

La vereda fue fundada por colonos que llegaron a esas tierras huyendo del conflicto armado. En 1992 se convirtió en Consejo Comunitario, una figura jurídica que les permite a las comunidades afro tener la tierra bajo un título colectivo. El título sigue en trámite, pero ya es el hogar de 2.200 personas.

Parte alta de la vereda El Esfuerzo, en Buenaventura.

Milena Arroyo, una de las líderes de la comunidad, viste una camisa negra, tipo polo, con una corona fucsia bordada en el costado izquierdo, y su nombre completo en derecho: Ludis Milena Arroyo Casquete. Lleva el cabello enrollado en una moña y dos candongas grandes que le rozan las mejillas. 

Llegó al Esfuerzo hace 14 años, con sus veinte años recién cumplidos. Allí formó un hogar. También encontró su vocación, al ver que la necesidad se metía a escondidas a las casas del vecindario.  

“Había unos niños de 10, 12 o 14 años que se metían a las casas. No se llevaban la plata, solo se comían lo que había en la estufa y el mecato”, contó Milena. “Tenían un motivo: el hambre que había en sus hogares”, continuó. 

Por eso, con su amiga Ingrid González impulsaron la idea de montar un comedor comunitario. Juntas lograron reunir 100 mujeres, y uno que otro hombre, que comenzaron a hacer envueltos, tamales, rifas y todo tipo de actividades para conseguir los primeros recursos.

La escasez de tiempo y la falta de plata hizo desistir a muchas de las mujeres. Pero quedaron 12 personas, un grupo pequeño pero más sólido. Lograron traducir sus deseos en estatutos y en 2017 se constituyeron legalmente como la Fundación Damas Unidas por un Mejor Futuro o Fundamefut.

“Hay muchas ganas de salir adelante y de progresar. La gente se mete en los procesos porque quiere mejoras para el territorio y la comunidad”, dice Ingrid. “Tratamos al máximo de hacernos visibles porque hemos sido una comunidad desolada”, agregó. 

La Fundación ha sido comedor comunitario, equipo de fútbol, grupo de baile y escuadrón de aseo. Desde hace dos años se unieron a Marea, una plataforma digital que les permitió llegar más alto. 

La llegada de la Marea

Marea tiene su origen en el sur del continente, en Argentina. La ONG Wingu se inventó un sitio web que buscaba llevar oferta pública a los barrios marginados, conocidos allá como “villas”. La plataforma se llama Caminos de la Villa y su éxito sirvió de inspiración para que en 2019 se pensara en algo similar para Buenaventura, en medio de un momento de efervescencia social.

“A partir del paro cívico de 2017, comenzó a revelarse una masa crítica de ciudadanos que comenzaban a reconocer la importancia y el impacto de la participación ciudadana”, contó Luz Adriana Caicedo, líder de la iniciativa en toda Buenaventura. 

Marea está bajo la sombrilla de la Alianza Activa Buenaventura, que reúne a más de 10 organizaciones privadas interesadas en el futuro del puerto. Entre ellas están Usaid, la Fundación Carvajal y la Fundación Corona. Su objetivo es fortalecer y relacionar entre sí a diferentes tipos de líderes para mejorar su interacción con lo público. 

En ese contexto, en 2021, Marea comenzó a documentar problemas en Buenaventura. Lo hizo con un sitio web mucho más amable que los de las entidades oficiales pues los mismos ciudadanos pueden reportar el problema y subir las ‘pruebas’ para llamar la atención de los funcionarios.

Con el número de radicado inicia la ‘ola’.  Marea verifica con líderes comunales la información y busca a los funcionarios responsables para que discutan con los líderes las posibles soluciones.  Así han respondido a más de 1.500 reportes que han recibido en casi cinco años en Buenaventura. A pesar de que no siempre se solucionan, el porcentaje de respuestas es del 100 por ciento.

Entre los logros más visibles está la pavimentación de una vía en el barrio Colinas del Norte, un plan piloto para el mantenimiento de las redes de alcantarillado de todo el Puerto y la iluminación de la vereda El Esfuerzo. 

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Una luz guía para los líderes

En El Esfuerzo, los miembros de Fundamefut se unieron a la ola y lograron varios cambios. Primero, tocaron puertas para identificar las quejas más repetidas: calles oscuras, acumulación de basuras y escasez de agua. Después, enviaron los reportes y asistieron a las reuniones de seguimiento.  

Las empresas encargadas de la luz, la basura y el agua respondieron. Un mes más tarde, instalaron 17 luminarias nuevas y crearon una ruta de recolección de basuras adaptada para el contexto del sector. También hubo una jornada de aseo y varias charlas con funcionarios en la casa rosada de la fundación.

“Había partes que eran muy oscuras. Las personas ni transitaban en la noche por miedo a una serpiente o a alguien que les pudiera salir por ahí y cogerlas”, dice Ingrid González. “Los niños también pudieron jugar en la noche y la gente salía, compartía más”, continúa.

“Eso fue de vital ayuda, porque en las noches había unas partes en que las lámparas no prendían. Ahora uno puede caminar con más confianza”, dice Julio Henao, vecino de la vereda y otro de los miembros de la Fundación. 

Jornada de aseo en la vereda El Esfuerzo, promovida por Marea Digital. Foto: Fundación Corona.

Pero los cambios no fueron solo obras públicas. También se fortaleció la estructura de las organizaciones que hicieron parte. Los líderes que participaron en el proceso ahora tienen claros los mecanismos para exigir soluciones y tienen un canal más directo con las instituciones. 

“A veces uno piensa que no tiene ese poder, esa voz, pero sí. Uno puede tocar puertas y ser escuchado. Lo que pasa es que hay que saber cómo tocarlas”, dice Milena sobre el proceso. “Sirvió para recuperar la confianza en uno mismo y en las entidades. Hay gente que dice que uno no hace nada por el territorio, con eso demostramos que sí”, agrega.  

Para las instituciones también fue provechoso romper con el antagonismo que a veces se genera con los líderes de las comunidades. Más aún, en un contexto azuzado por múltiples problemáticas sociales y acuerdos incumplidos.  

 “Por un lado, el Estado no consideraba a la ciudadanía lo suficientemente preparada para aportar, y por el otro, desde la ciudadanía había mucha desconfianza en la gestión de lo público”, dice Luz Adriana Caicedo, líder del proyecto Marea. “Logramos generar diálogos en doble vía entre la ciudadanía y Estado, que no se generaban antes””, agrega.

“Fue un camino que permitió acercarnos”, dice Enna Cruz, quien fue gerente de la Sociedad de Acueducto, Alcantarillado y Aseo (Saaab).  En El Esfuerzo, la Saab le hizo mantenimiento a la planta de tratamiento de aguas negras y le dio herramientas a la comunidad para atender posibles daños, como machetes, pico y palas.

Sin embargo, el problema del agua persiste, por falta de recursos. “Lo que podíamos lo resolvíamos directamente, pero había requerimientos que necesitaban inversión y es difícil”, explicó Cruz. 

Aunque ya parece haber intentado todas, Buenaventura sigue probando fórmulas para avanzar.  Mientras llegan los grandes cambios, los líderes hacen esfuerzos para resolver los problemas cotidianos, esta vez con un atajo tecnológico.

*Esta historia es parte de la Sala de Redacción Ciudadana en alianza con Fundación Corona.

Soy el periodista de La Silla Vacía en el Pacífico. Estudié periodismo de la Universidad de Antioquia. Crecí en el periodismo universitario y cofundé el medio de comunicación La Vuelta, enfocado en periodismo para juventudes. Ahora cubro el poder en el Valle del Cauca y la región Pacífica.

Soy productora audiovisual en La Silla Vacía. Estudié Comunicación Audiovisual y Multimedios en la Universidad de La Sabana con énfasis en Investigación y Análisis de Productos y Proyectos Audiovisuales y realicé un diplomado en Producción Cinematográfica en el Centro Iberoamericano de Estudios...