De arriba a abajo, de izquierda a derecha: Andrés Chavarro, Mónica Castañeda, Sebastián Zapata y Isaac Dyner.
De arriba a abajo, de izquierda a derecha: Andrés Chavarro, Mónica Castañeda, Sebastián Zapata y Isaac Dyner.

Esta columna fue escrita por los columnistas invitados Andrés Chavarro, Mónica Castañeda, Sebastián Zapata e Isaac Dyner.

En 1997, después de un colapso en el sistema de abastecimiento de agua de Bogotá, el alcalde de ese entonces, Antanas Mockus, conjuró la emergencia valiéndose de dos medidas principales: ajuste de tarifas y campañas de cultura ciudadana. El efecto fue importante y permanente, el consumo de agua pasó de 17,58 m3/s promedio anual a 15,48 m3/s, y este se mantuvo alrededor de ese valor (sin llegar a los 16 m3/s) durante 20 años. Esto, a pesar del crecimiento poblacional y económico propio de la zona que aporta el 25% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. No obstante, dentro del periodo 2022-2024 la demanda creció hasta llegar a 18 m3/s. 

Puesto que los periodos de El Niño están tornándose cada vez más secos y, se espera que sean más extensos debido al cambio climático, es preciso desarrollar una cultura ciudadana consciente de hacer más eficiente su consumo del agua, valiéndose de tecnología.

Con este propósito, nuestros estudios proponen a las autoridades y las organizaciones sociales desarrollar, junto con la ciudadanía, acciones y medidas que contribuyan significativamente a hacer más eficiente el uso del agua. 

  1. Cambios en los hábitos de consumo. El 76% del consumo de agua en los hogares se dedica a temas de aseo: 30% ducha y lavamanos, 28% inodoro y 18% lavadora. Por ejemplo, si una ducha promedio tiene un caudal de 8 litros por minuto, reducir el tiempo de baño de 10 minutos a 5 puede representar un ahorro de 12,5 m3 por año por persona. Si millones de personas hicieran lo mismo, el impacto sería significativo.
  1. Instalar dispositivos ahorradores. Si bien el cambio en los hábitos tiene efectos profundos en el consumo, estos toman tiempo en interiorizarse y requieren constancia tanto de las autoridades para reforzarlos, como por parte de los usuarios en practicarlos. Los dispositivos ahorradores como reductores de caudal que se instalan en los mezcladores del lavaplatos o del lavamanos son complementos de bajo costo, fácil instalación y que no requieren ser recordados para ser usados. También hay opciones más eficientes (pero con costos más altos) como duchas, lavadoras y grifos ahorradores o inodoros eficientes que ahorran hasta 26%, 75%, 55% y 38% de agua, respectivamente. Un hogar promedio de la ciudad, compuesto por tres personas, tiene un consumo de agua anual en actividades de aseo alrededor de 125 m3 por año. Si pudiera instalar todos estos dispositivos, su consumo se reduciría en 65 m3 por año
  1. Considerar cambios profundos en la composición de la dieta. Hay un consumo invisible de agua y es aquella incorporada en los alimentos que comemos (huella hídrica verde y azul). Estudios a escala global estiman que la huella hídrica de una persona en Latinoamérica es cercana a los 2.932 litros por día por persona. Una parte no menor de esa huella se explica por el consumo de carnes rojas y azúcar. Moderar su consumo privilegiando comer vegetales y pescado tiene un alto potencial de ahorro. Por ejemplo, análisis realizados a la dieta en varios países de Europa sugieren que la huella hídrica se reduciría por lo menos un 19%.
  1. Tácticas alternativas para influir en la conducta de los usuarios. Hoy la alcaldía de Bogotá en sus reportes periódicos de cómo va el ahorro de agua, a raíz del racionamiento, ha comparado el desempeño de unas y otras zonas, indicando cuál ha logrado mejores resultados. Una vez pase la emergencia, las autoridades no pueden bajar la guardia y deben mantener las campañas de ahorro. La experiencia internacional sugiere que ejercicios de rankings amplios son eficaces, pero se puede ir un poco más allá. Por ejemplo, pueden elaborarse escalafones entre los vecinos del barrio donde se indica si el hogar en particular se destaca por su bajo o alto consumo.

Estas medidas ahorran lo suficiente para que se puedan completar proyectos estratégicos como la ampliación del sistema abastecimiento de Chingaza y sistema sur, la descontaminación del río Bogotá, Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (Suds) como los que están construyéndose paralelamente al metro de Bogotá, la recuperación y conservación de las cuencas abastecedoras, principalmente en el Orinoco y el Amazonas. 

También pensar en proyectos que no existen, pero que son posibles, como los de aprovechamiento de aguas residuales tratadas y cosecha de aguas lluvias, para que en 2040 tengamos las herramientas suficientes para asegurar el suministro hasta finales del siglo.

Andrés Chavarro Velandia

Economista, Magíster en Economía y PhD Modelado en Política y Gestión Pública de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Profesor asociado Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano

Mónica Castañeda

Ingeniera administrativa, Magíster y Doctora en Ingeniería de sistemas. Profesora Asociada Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile.

Sebastián Zapata

Ingeniero de sistemas, Magíster y Doctor en Ingeniería de sistemas. Profesor Asistente Escuela de Ingeniería de Antioquia.

Isaac Dyner

BSc (énfasis en matemáticas), MSc en Investigación Operacional, MSc en Estadística, Doctor en Ciencias de la Decisión. Profesor Titular Facultad Universidad Jorge Tadeo Lozano.