Jorge Mantilla
Jorge Mantilla

La semana pasada, en el marco de la más reciente ofensiva del Estado Mayor Central (EMC) y el deterioro acelerado del orden público en el suroccidente del país, el presidente Petro lanzó la Misión Cauca, desde Popayán. Un plan militar y social, según lo definió el ministro de Defensa, Iván Velásquez, destinado a recuperar la seguridad y a transformar el territorio en una región que ha puesto en evidencia las limitaciones de la política de seguridad y paz de este gobierno. Sobre todo las de la de paz.

Con Misión Cauca, Petro abraza veinte años de doctrina contrainsurgente en Colombia. Guardando las proporciones, este nuevo plan es una reedición del Plan de Consolidación Integral de la Macarena (Pcim); la estrategia contrainsurgente diseñada en 2007 por el segundo gobierno Uribe para intervenir la serranía de la Macarena, el corazón del entonces Bloque Oriental de las Farc.

Diferentes amenazas, mismas respuestas

La respuesta del Pcim, basada en la idea de la intervención integral del Estado, consistía en que la acción articulada y conjunta de las distintas armas y especialidades de la fuerza pública fuera complementada, escalonadamente, por transformaciones territoriales sostenibles en el tiempo. Exactamente lo mismo que se plantea, casi veinte años después, la Misión Cauca. La similitud es tal, que la propia definición del Pcim podría ser incluida, sin ediciones, en lo que ha planteado el gobierno del cambio para el Cauca.

Así, por ejemplo, y tras la ofensiva militar más importante en la historia del país bajo el nombre de Plan Patriota, el Pcim fue definido como una “estrategia de recuperación social e institucional del territorio que consiste en la acción coordinada de la fuerza pública y demás instituciones públicas para garantizar la presencia integral y permanente del Estado en el territorio, con el fin de establecer las condiciones que hagan posible el desarrollo económico”.  

Es por esto por lo que políticamente el anuncio de este plan es una enorme paradoja. Ante la evidencia del fracaso de las políticas de paz y de seguridad que puso en marcha durante los dos primeros años de su mandato, Petro opta por tomar líneas de acción que le dieron tantos réditos políticos a la derecha.

No podía ser de otra forma. El Cauca de hoy es muy similar a lo que en la década del 2000 era la región del Ariari, en la frontera entre el Meta y Guaviare. Un territorio inexpugnable para el Estado en que las entonces Farc consolidaron una zona de retaguardia económica y militar. Ambas regiones, aún hoy, suponen desafíos enormes de legitimidad para el Estado. Allí habitan comunidades históricamente marginadas, como indígenas, comunidades afros y colonos campesinos.

Comparativo Pcim- Misión Cauca

 Plan Integral de Consolidación Macarena Pcim – 2007Misión Cauca -2024
AntecedentesPaz fallida del Caguán y zona de despeje. Farc fortalecidas militar y económicamente.Paz fallida de los ceses al fuego en el marco de la Paz Total. Expansión militar y económica del EMC
Situación FFMMAumento de capacidades de FFMM   Ofensiva FFMM- Plan Patriota     Creación Fuerza de Tarea OmegaPérdida de capacidades de FFMM. Operación Trueno- Reactivación de operaciones ofensivas. Creación Comando Específico del Cauca en el 2020
Situación Farc// EMCZona de retaguardia Bloque Oriental    Zona de Retaguardia Bloque Occidental Jacobo Arenas (EMC)
Economías IlícitasEnclave Cocalero. Combinación de erradicación manual y aspersión aérea.Enclave Cocalero y de Marihuana. Nueva Política de Drogas y estancamiento del PNIS
Inversión Social e Infraestructura360 mil millones de pesos  212 mil millones de pesos
Rol de la Sociedad CivilConsejos de Gobernabilidad y ParticipaciónGobierno con el Pueblo- Ecosistemas de Paz
Elaboración propia

Contrainsurgencia Humana

Los matices son muchos, como lo muestra la tabla anterior. No es comparable, por ejemplo, la fortaleza militar de las Farc durante la primera década del nuevo milenio con la amenaza que representan hoy las disidencias del EMC. También hay que decirlo, la estigmatización y criminalización de las comunidades en el marco del Pcim era protuberante, algo que está ausente de la narrativa de esta “contrainsurgencia humana” que ha inaugurado Petro.

De hecho, los costos humanitarios del Pcim, así como las violaciones a los derechos humanos, y las denuncias de excesos y abuso de la fuerza por parte de miembros de la fuerza pública no hicieron sino minar aún más la relación entre el Estado y las comunidades. Además, las reducciones que tuvo la siembra de hoja de coca en el Meta durante los primeros años de la intervención fueron compensadas por aumentos de cultivos en otras zonas, como el Guaviare y el Caquetá. Algo que los expertos llaman efecto globo, y que combinado con la resiembra ha sido bastante documentado en contextos de erradicación forzada. 

Estos son efectos ya probados que tendrá que enfrentar la Misión Cauca. ¿Cómo impedir que el EMC tome retaliaciones contra las comunidades, aumentando el reclutamiento o el desplazamiento? ¿Habrá una intervención complementaria en Nariño o Valle del Cauca para evitar repliegues del EMC y efecto globo de los cultivos de uso ilícito? Los más recientes atentados en Jamundí y Taminango son una clara muestra de esos repliegues y reagrupamientos.

Otro matiz es que en el plan de Uribe los militares no tenían tanto poder como en la Misión Cauca de Petro. Obras públicas sin licitación, dineros administrados por militares, programas sociales liderados por militares. Todo ello en una suerte de “departamento social de las Fuerzas Militares” como lo dijo el propio presidente, lo que concentra aún más poder en las FFMM y aumenta la militarización.

Esperemos que la Misión Cauca logre dar inicio a un círculo de transformación virtuosa en el Cauca. Hasta el momento los cambios anunciados en materia de seguridad y defensa han sido más cosméticos que sustanciales. El desmantelamiento del Esmad, el cambio de indicadores de éxito de la política de seguridad y defensa, la reforma a la policía. Poco para mostrar. En los asuntos de seguridad y defensa tiende a pesar más la inercia institucional que la grandilocuencia de las campañas electorales.

En materia de contrainsurgencia está todo por hacer. El fracaso estruendoso de Estados Unidos en Afganistán dio al traste con lo que se pensaba que funcionaba y con lo que no. Mucho de eso se aplicó durante años en Colombia con resultados diversos. Es un tema para debatir extensamente.

Por lo pronto, es importante y positivo que el gobierno concentre sus esfuerzos y recursos en un territorio como el Cauca, que ha permanecido como uno de los grandes interrogantes del conflicto en Colombia. Ojalá se conozca más sobre esta estrategia en las próximas semanas y no acabe siendo otra partitura de jazz, como la paz total, en donde la improvisación marcó el compás de los primeros dos años de este gobierno.

Politólogo, doctorando en Criminología, Derecho y Justicia de UIC Chicago. Ha trabajado como consultor para gobiernos locales y organizaciones internacionales en temas de conflicto armado, seguridad ciudadana y política de drogas. Está interesado en temas de gobernanza criminal, fronteras y violencia...