Santiago Flórez, consultor indenpendiente para organismos multilaterales.
Santiago Flórez, consultor indenpendiente para organismos multilaterales.

Por un momento, cerremos los ojos y pensemos en el ideal de una cadena de valor de alimentos. Para que un alimento sea ideal debe cumplir con tres condiciones: ser rico en nutrientes, sostenible y novedoso. Pero lo anterior no es suficiente, para que la cadena sea ideal debe vincular a comunidades que nunca se han insertado en cadenas de valor, pero no solo en la parte primaria, sino jugando un papel fundamental en la transformación.

Y hay que agregar lo más importante, que el desarrollo de la cadena es clave para luchar contra la deforestación. Pues muy bien, esta cadena ideal ya existe en Colombia y se podría potencializar mucho más: se trata de los productos forestales no maderables.

Esta cadena viene tomando fuerza en Colombia. Lo que resulta increíble es que no se trata de un solo fruto, no se trata de desarrollar un monocultivo, estamos hablando de más de diez frutos que en los últimos años se han venido desarrollando y que cumplen o pueden cumplir con las condiciones descritas. 

Con precisión hablamos del: açaí, sacha inchi, camu camu, agraz, copoazu, cacay, moriche, seje, araza, cococona. Estos productos al crecer de manera silvestre compiten con múltiples especies, y esto explica biológicamente la razón de que sean superalimentos.

Son frutos ricos en antioxidantes, proteína, omegas y vitaminas. Algunos como el sacha inchi o la nuez del cacay tienen una concentración de proteína más alta que un lomo de res (Incluso hay un piloto de Bienestarina donde se usa el Sacha Inchi). Otros como el camu camu tienen una concentración de vitamina C (ácido ascórbico) 30 veces más alta que una naranja o un limón. 

Estos superalimentos conectan muy bien con las nuevas tendencias de mercado premium, este es un mercado que siempre está ávido de nuevos sabores, experiencias e historias. El mercado premium busca consumir productos ricos en nutrientes, y tienden a consumir más proteína vegetal. Lo anterior convierte a los productos forestales no maderables como productos de altísimo valor.

La otra bondad que hay que sumarle es el rol de las comunidades. En primer lugar muchos de estos frutos silvestres están en zonas de resguardos, entonces son las comunidades quienes realizan la cosecha. Pero las comunidades no sólo son importante en la etapa primaria. Al estar estos frutos muchas veces en zonas distantes a los centros urbanos, y al ser frutos que se oxiden con facilidad, la comunidad también realiza el proceso de transformación. 

Pero tal vez lo más relevante es que al ser la comunidad la beneficiada en realizar este aprovechamiento sostenible, esto implica un mayor cuidado del bosque, lo cual reduce significativamente la deforestación. Empíricamente está demostrado que hay una menor tasa de deforestación cuando existen proyectos de la mano de las comunidades de manejo forestal, que otras medidas de política pública como declarar un área Parque Nacional. 

Es por la anterior, que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y prácticamente todos los actores relevantes de cooperación internacional (Usaid, Swisscontact, GTZ) han invertido recursos (grants) para desarrollar y potencializar la cadena de productos forestales no maderables, buscando principalmente proteger la Amazonía. 

Pero como no hay fiesta sin guayabo, el gran cuello de botella que tiene esta cadena se llama: proveeduría, escalamiento y desarrollo de productos. 

En Colombia todavía es incipiente el tema del aprovechamiento sostenible del bosque de productos forestales no maderables. Tomemos como ejemplo Meta y Caquetá. En el Meta, de un potencial de 400 mil hectáreas, ni una sola hectárea tiene autorización por parte de la CAR para aprovechamiento sostenible del bosque. En el Caquetá de un potencial de 700 mil hectáreas, solo 13 mil hectáreas tienen autorización por parte de la CAR para aprovechamiento sostenible del bosque.  

Acá tenemos un problema con la regulación, aunque se han hecho esfuerzo para facilitar los permisos, la regulación todavía está en mora de facilitar aún más el proceso de los permisos de aprovechamiento sostenible tanto en tiempo como en costos.

Otro cuello de botella es que hace falta hacer más inventarios del bosque. ¿Cómo se puede saber el potencial de lo que puede proveerse, si no conocemos a ciencia cierta el inventario del bosque?

Como corolario de lo anterior, las dificultades en el aprovisionamiento tienen como consecuencia otro cuello de botella: el desarrollo de productos (ya sea como ingredientes o como producto final). Es complejo atraer inversión en desarrollar y posicionar un producto si no hay certeza de que se tendrá la materia prima para producirlo, si no hay certeza de la potencia de escalamiento.

Pero estos cuellos de botella son superables. Se hace de la misma forma como se superan todos los cuellos de botella: con estrategia, liderazgo público, inversión público e inversión privada. 

Tenemos los frutos del futuro. Ojalá no nos quedemos otra vez en potencial. Ojalá tengamos la perseverancia de sacar adelante está cadena, y de este modo gana la comunidad, gana el medio ambiente, gana el país.

Es consultor indenpendiente para organismos multilaterales, sector público y sector privado. Estudió ciencia política en la Universidad de los Andes y una maestría en econompia internacional en la Universidad John Hopkins. Sus áreas de interés son el desarrollo del sector agroindustrial y competitividad...