Catalina Rivera, exdirectora del Instituto de Bienestar Animal de Bogotá.
Catalina Rivera, exdirectora del Instituto de Bienestar Animal de Bogotá.

La reciente remoción de la estatua de César Rincón en Duitama ha provocado una tormenta de reacciones y sentimientos encontrados. Como defensora apasionada, pero coherente de los derechos de los animales, comprendo profundamente la necesidad de avanzar hacia una sociedad más compasiva y consciente. Sin embargo, es preocupante que este tipo de acciones no sean las más efectivas para alcanzar estos objetivos, sino que podrían exacerbar la polarización en un país ya profundamente dividido por los egoísmos y odios de quienes dicen gobernarnos.

En lugar de fomentar el entendimiento, la remoción de la estatua fue percibida como un acto que intensificó las tensiones sociales, lo cual efectivamente ocurrió. Estas acciones resaltan la necesidad urgente de encontrar formas más sensibles y comprensivas para abordar las diferencias culturales y sociales. La protección de los animales y el respeto por nuestras tradiciones culturales no deberían ser incompatibles; es crucial encontrar un punto de equilibrio que permita a ambas partes coexistir y entablar un diálogo constructivo. Esto implica implementar medidas que fomenten el diálogo abierto, la educación sobre la diversidad cultural y la promoción de valores compartidos.

No podemos desconocer que el respeto por las diferencias es crucial en cualquier sociedad democrática. Se debe actuar de manera coherente y sensata, asegurándose de que estas acciones reflejen los valores de respeto, empatía y diálogo defendidos. En un contexto donde la diversidad cultural es un activo, es importante considerar que la destrucción de símbolos culturales no contribuye a la construcción de un espacio de convivencia; por el contrario, puede exacerbar divisiones y resentimientos. Es fundamental encontrar estrategias que permitan abordar las controversias y diferencias de manera constructiva, fomentando el entendimiento mutuo y el aprendizaje intercultural.

Por otra parte, quienes ocupan posiciones de autoridad como alcaldes, congresistas, directivos entre otros, tienen un papel fundamental en este proceso, lo cual no implica derribar estatuas ni obstaculizar diversas perspectivas y expresiones culturales, como sucedió en Duitama. Es crucial promover medidas que fomenten la unidad y el entendimiento entre los ciudadanos. Adoptar una postura en la que se elimine todo lo que no coincida con nuestro propio pensamiento puede conducir a un radicalismo absurdo y peligroso. En cambio, es necesario trabajar juntos para encontrar soluciones que respeten todas las opiniones y contribuyan a la cohesión social.

Por último, es necesario resaltar que las diferencias se deben abordar mediante el diálogo constructivo y no a través de la confrontación, como se observa en este caso, y mucho menos deben ser promovidas por las autoridades de cada región. Desafortunadamente, este tipo de acciones solo demuestran el fanatismo de unos y la falta de visión para construir de otros.

Exdirectora del Instituto de Bienestar Animal de Bogotá