Juan Camilo Chaparro y Mónica Hernández Flórez, profesores e investigadores de Eafit.
Juan Camilo Chaparro y Mónica Hernández Flórez, profesores e investigadores de Eafit.

Esta columna fue escrita por los columnistas invitados Juan Camilo Chaparro y Mónica Hernández Flórez.

La Ley Estatutaria de Educación está en trámite en el Congreso de la República y se juega su futuro la próxima semana. El objetivo de este proyecto es regular el derecho fundamental a la educación. El tercer debate del proyecto ocurrió en la Comisión Primera del Senado, donde el proyecto fue aprobado con 15 votos derivados de un acuerdo político entre senadores de gobierno y oposición. Un componente del acuerdo político fue vincular los procesos de evaluación docente con los resultados de los estudiantes en las pruebas de Estado (parágrafo 2 del artículo 39). Esta modificación ha sido criticada por la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) y es una de las razones que provocó el paro indefinido decretado por Fecode a partir del miércoles 12 de junio.

¿Por qué son importantes las evaluaciones docentes y cómo pueden aportar a mejorar la calidad de la educación en el país?

En la literatura existe el consenso de que para aumentar el desempeño académico de los estudiantes es necesario tener docentes efectivos y altamente calificados. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) señala que los docentes son el recurso escolar más importante. Mejorar la eficiencia y equidad de la educación depende, en gran medida, de asegurar que los maestros sean altamente calificados, cuenten con los recursos necesarios y estén motivados para desempeñarse al máximo.

La calidad de la educación debe medirse por medio de los conocimientos y las destrezas que las personas aprenden durante su tránsito por el sistema educativo. Las pruebas internacionales del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa) de la Ocde son evidencia de los problemas de la calidad de la educación en Colombia. Aproximadamente 7.800 estudiantes colombianos de 15 años presentaron las pruebas Pisa en 2022 y fueron  evaluados en matemáticas, lectura y ciencias. 71% de los estudiantes colombianos evaluados obtuvo un rendimiento bajo en matemáticas, lo que implica que no son capaces de representar matemáticamente una situación simple. El 51% de los estudiantes evaluados en Colombia tuvo un bajo rendimiento en lectura, lo que significa que no son capaces de identificar la idea principal en un texto de extensión moderada. Lamentablemente, Colombia no ha logrado un avance significativo en las pruebas Pisa desde 2009.

Si bien es cierto que existe una alta correlación entre las condiciones socioeconómicas de los estudiantes y su desempeño en pruebas estandarizadas, los investigadores Felipe Barrera, Darío Maldonado y Catherine Rodríguez determinaron que la puesta en marcha y el fortalecimiento de un sistema de evaluación docente es uno de los instrumentos de política que podría ayudar a mejorar la calidad de la educación básica y media en Colombia. Los procesos de formación y evaluación docente deberían estar encaminados a garantizar el aprendizaje en los estudiantes e impulsar el desarrollo profesional de los docentes.

La evaluación docente en Colombia sí existe, pero no hay evidencia de que tenga efectos positivos sobre la calidad de la educación

Todos los docentes vinculados al magisterio desde 2002 están regidos por el Estatuto de Profesionalización Docente (Decreto 1278 de 2002). Existe evidencia de que ese estatuto permitió la vinculación de docentes con mayores niveles de formación académica. También hay evidencia de una menor deserción escolar intraanual y un mejor desempeño de los estudiantes en las pruebas Saber 9° en aquellos colegios con una mayor presencia de profesores vinculados por medio del estatuto vigente desde 2002. Es decir, el concurso de méritos para el ingreso al magisterio del nuevo estatuto sí ha tenido algunos efectos positivos sobre la calidad de la educación en Colombia. 

El estatuto del 2002 también puso en marcha las evaluaciones de competencias que determinan los ascensos en el escalafón. Existe también la evaluación anual de desempeño laboral (Decreto 3782 de 2007), la cual combina una evaluación de las competencias funcionales del docente (70%) con una evaluación de sus competencias comportamentales (30%). La evaluación de cada docente está a cargo del rector de la institución educativa, quien debe dar una calificación única cuando acaba el año escolar.

Lamentablemente, no existe evidencia de los efectos de la evaluación anual de desempeño laboral sobre la calidad de la educación. Nótese que dicha evaluación no está vinculada a los resultados de aprendizaje de los estudiantes que tuvo el docente a su cargo durante el año escolar. Tampoco es claro en qué medida un bajo puntaje en la evaluación anual de desempeño laboral puede provocar el despido de un profesor.

Las tendencias en evaluación docente: sistemas basados en el desempeño estudiantil vs. sistemas orientados al desarrollo profesional

Tradicionalmente, la efectividad de un docente ha sido medida por medio de su capacidad para influir en el crecimiento del desempeño de los estudiantes en las pruebas estandarizadas. Esto es conocido en la literatura como mediciones de valor agregado. Quienes las defienden, argumentan que estas son mediciones estadísticas objetivas que predicen el progreso de los estudiantes y permiten identificar docentes que contribuyen al crecimiento en el desempeño de los estudiantes. Múltiples sistemas de evaluación docente han incorporado mediciones de valor agregado para determinar si un docente debe permanecer en el sistema educativo. Entre ellos están varios estados y distritos escolares en los Estados Unidos.

Críticos de estos sistemas de evaluación argumentan que los docentes no son los únicos responsables del aprendizaje de los estudiantes, ya que el desempeño estudiantil también depende de otros factores, como sus pares, su familia, sus condiciones socioeconómicas, el ambiente en su hogar, los recursos escolares, el apoyo de la comunidad, el clima escolar y los directivos docentes. Adicionalmente, argumentan que los puntajes en las pruebas estandarizadas son limitados, pues no proveen información sobre docentes que enseñan materias no evaluadas (arte y música, por ejemplo), en educación inicial o a poblaciones con necesidades especiales. Tampoco capturan la capacidad de un docente para prevenir la deserción escolar o para propender por ambientes incluyentes en donde la diversidad es valorada.

Por estas razones, han surgido sistemas alternativos de evaluación docente, como aquellos orientados al desarrollo profesional de los profesores. Quienes apoyan estos sistemas, argumentan que la evaluación docente debería tener como propósito principal fortalecer el conocimiento, las habilidades, las disposiciones y las prácticas en el aula. Estos sistemas se enfocan en la construcción de trayectorias que permitan al docente ocuparse de su desarrollo profesional y analizar de forma crítica tanto el desempeño propio como el de sus estudiantes. 

Finlandia es un ejemplo de este tipo de sistemas. El finlandés es un sistema con formación de educadores de alta calidad, en donde la docencia es considerada una profesión de alto prestigio, con sistemas de selección competitivos al que solo ingresan los individuos más preparados y motivados. La evaluación docente está basada en un sistema de desarrollo profesional que no es sistemático. Cada gobierno local tiene a su cargo el desarrollo de evaluaciones y entrenamientos de los docentes, ofrecido por múltiples universidades y sindicatos durante el verano. Las evaluaciones individuales de estudiantes son utilizadas para evaluar el logro de los objetivos nacionales y para desarrollar programas de formación docente. No son utilizadas para evaluar instituciones educativas o educadores individuales.

La propuesta: un sistema de evaluación docente que combine el desarrollo profesional con el desempeño estudiantil

Los sistemas de evaluación docente pueden mejorar el rendimiento estudiantil a través de dos vías. En primer lugar, pueden provocar cambios en la composición de la planta docente. La evaluación efectiva puede proporcionar información que facilite a los administradores la contratación y retención de maestros con mejor desempeño. Con el tiempo, los esfuerzos por contratar y retener maestros de alto rendimiento, y despedir a los docentes menos efectivos, resultan en instituciones educativas con educadores que aportan más a la calidad de la educación. En segundo lugar, estos sistemas pueden mejorar las prácticas docentes de los maestros existentes. A través de la observación en el aula y la posterior retroalimentación, los maestros y los evaluadores pueden identificar debilidades en la labor docente que luego pueden mejorar por medio de entrenamiento y otras oportunidades de aprendizaje profesional.

La evidencia internacional demuestra los beneficios de implementar procesos de evaluación docente que combinen elementos de desarrollo profesional y mejoramiento continuo con medidas de rendimiento estudiantil. En el estado de Tennessee de Estados Unidos, por ejemplo, se llevó a cabo una reforma a la evaluación docente en 2011, definiendo un sistema de evaluación que combina observaciones de las prácticas en el aula de los maestros con medidas basadas en el rendimiento estudiantil. Las observaciones de las prácticas docentes representan el 50% del puntaje final de la evaluación, las cuales se realizan varias veces en el año escolar y están acompañadas de retroalimentación específica y planes de mejoramiento. Las medidas basadas en el desempeño estudiantil representan el otro 50% y combinan medidas cuantitativas del valor que agrega un docente al desempeño de los estudiantes en pruebas estandarizadas y medidas de crecimiento en el desempeño académico.

La evidencia muestra que después de la reforma a la evaluación docente, el desempeño de los estudiantes en Tennessee mejoró más de lo que se hubiera esperado. Las decisiones de retención de profesores empezaron a ser más selectivas. El desempeño de los docentes empezó a aumentar más rápidamente año a año y más docentes percibieron que el sistema de evaluación les ayudó a mejorar tanto sus prácticas docentes como el desempeño académico de sus estudiantes.

Conclusiones

Consideramos que existe una ventana de oportunidad en el debate de la Ley Estatutaria de Educación. Esta ley puede sentar las bases para reformar la evaluación anual de desempeño laboral de los docentes de tal forma que combine evaluaciones cualitativas de la labor docente basadas en observaciones en el aula, con evaluaciones cuantitativas del desempeño de los estudiantes en pruebas estandarizadas. 

Esta reforma debe ser gradual para que Colombia pueda desarrollar la infraestructura necesaria de pares evaluadores y de datos. Un paso fundamental es expandir la aplicación de las pruebas Saber a todos los grados, pues en este momento se aplican solo a los grados 3, 5, 7, 9 y 11. 

También es necesario volver a un sistema censal en donde todos los estudiantes las presenten, pues desde hace varios años las pruebas Saber 3 a 9 se aplican solamente a una muestra representativa de estudiantes del país. Este sistema debe proveer incentivos a los estudiantes para realizar su máximo esfuerzo en las pruebas, como por ejemplo, servir como criterio para aprobar un grado académico. También debe evitar que docentes y estudiantes se enfoquen únicamente en los resultados de la prueba, por ejemplo alternando los años y grados en que las pruebas son aplicadas.

Encontrar un punto medio en el rediseño de la evaluación docente puede tener consecuencias favorables sobre la calidad de la educación colombiana en el mediano plazo.

Puede leer: La calidad educativa no se mide por resultados en pruebas estandarizadas

Juan Camilo Chaparro

Economista y PhD en economía aplicada. Es investigador de Valor Público, centro de estudios e incidencia de la Universidad EAFIT y profesor de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno. Su agenda de investigación se enfoca en economía laboral, educación inicial y formación para el trabajo.

Mónica Hernánez Flórez

Economista y PhD en economía y política publica. Es investigadora de Valor Público, centro de estudios e incidencia de la Universidad EAFIT y profesora de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno. Su agenda de investigación se enfoca en economía de la educación, estudios de inclusión y diversidad y economía del desarrollo.