Juan Camilo Pardo Niño, profesor de cátedra de economía en UniAndes.
Juan Camilo Pardo Niño, profesor de cátedra de economía en UniAndes.

Una de mis frases favoritas sobre la deuda es del pensador Nassim Nicholas Taleb: ‘nunca habíamos sido tan ricos y nunca habíamos estado tan endeudados’.

Comencemos con una familia: cuando un hogar se enfrenta a una deuda insostenible, puede tener dificultades para financiar sus necesidades básicas. Esto puede llevar a una crisis económica donde gastos esenciales en salud, educación y alimentación se ven comprometidos. Este mismo escenario se replica en individuos, empresas y países.

El impacto de una alta carga de deuda no es inmediato. A largo plazo, puede limitar la capacidad de una persona para invertir en su desarrollo y en su futuro, restringiendo la innovación y la creatividad.

Numerosos casos de familias, empresas y países han demostrado que la deuda insostenible puede culminar en quiebras y bancarrotas, dejando implicaciones profundas y multifacéticas que, en algunos casos, son irreversibles.

Pensadores contemporáneos sostienen que la próxima gran crisis será una crisis de deuda, quizás la más severa que la humanidad haya enfrentado en siglos. Estas crisis a menudo desencadenan descontento social y colapso gubernamental.

Tras la pandemia, la deuda global se ha disparado. No solo la deuda de los países, sino también la de los hogares y las empresas. Según el Banco Mundial, la deuda total en 2022 alcanzó un 200% del PIB global, una cifra sin precedentes. En 2010, este mismo dato era del 120%.

El problema se agrava cuando la deuda se adquiere a tasas de interés superiores al crecimiento de los ingresos. A pesar de las recientes reducciones en las tasas de interés en algunos países emergentes de Occidente y en Europa, Estados Unidos mantiene la tasa más alta en una década. Endeudarse a estas tasas genera una fragilidad significativa. Nadie quiere ser frágil; es como una porcelana que se rompe ante cualquier eventualidad.

Mientras tanto, los ingresos no crecen al mismo ritmo. Por ejemplo, mientras el gobierno colombiano se endeuda a tasas del 8%, la economía crece a menos del 1%, y a largo plazo, el Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía colombiana presente una tasa de expansión inferior al 3%. ¿Qué significa esto? Que la deuda aumenta más rápido que los ingresos. Debemos dejar de endeudarnos en esta magnitud.

Por ello, la educación financiera es crucial para evitar el endeudamiento excesivo y gestionar las finanzas de manera eficaz. Aunque se aprenda de manera individual, termina teniendo un efecto positivo en la cultura de la deuda en las empresas y los países.

Países y comunidades que invierten en la educación financiera de sus ciudadanos suelen tener tasas más bajas de endeudamiento y mayores niveles de ahorro e inversión. Promover la educación financiera debe ser una responsabilidad compartida, tanto a nivel nacional como global.

Es esencial que todos sepamos manejar nuestras finanzas. No más endeudamiento excesivo. Es hora de tomar medidas y asegurarnos de que no ocurra la próxima crisis de deuda.

Es Investigador Económico, con maestría en economía teórica, y profesor de cátedra en la facultad de economía de la Universidad de Los Andes.