Katherine Aguirre
Katherine Aguirre

Colombia, con su rica biodiversidad y una historia marcada por conflictos, se encuentra en una encrucijada crítica en su búsqueda de paz duradera. En este contexto, las mujeres que lideran la defensa de los derechos humanos y la protección ambiental en la Amazonía son actores clave. Pese a la importancia de su labor, enfrentan condiciones extremadamente peligrosas, ya que Colombia es uno de los lugares más peligrosos del mundo para quienes defienden el planeta y los derechos humanos. Las historias personales de estas defensoras, sus desafíos, experiencias y éxitos, ilustran una valentía y perseverancia notables en su lucha contra el cambio climático y en la preservación de sus tierras ancestrales.

El Instituto Igarapé ha evidenciado a través investigaciones en la Amazonía cómo las industrias legales e ilegales están impactando negativamente el ecosistema, añadiendo una capa de complejidad a las ya difíciles condiciones que estas mujeres enfrentan. Estos retos incluyen no solo la destrucción ambiental sino también las dinámicas complejas de género que estas defensoras deben superar día a día. Ellas se encuentran en una constante lucha para desarrollar su papel como defensoras en un ambiente que frecuentemente cuestiona y minimiza su voz y autoridad debido a prejuicios de género arraigados. Estos resultados forman parte de una investigación que el Instituto Igarapé llevó a cabo desde 2023, que incluye una visión amplia de la actuación y riesgos de las mujeres defensoras del medio ambiente del Amazonas en Brasil, Perú y Colombia, siendo el último reporte publicado el de Colombia. 

Para llevar a cabo esta investigación, se adoptó una metodología participativa centrada en grupos focales y entrevistas en profundidad con informantes clave. Estas actividades fundamentales de nuestra investigación se llevaron a cabo en colaboración con dos defensoras locales con acceso a los departamentos de Caquetá, Guaviare, Meta y Putumayo. En total, se realizaron cinco grupos focales y doce entrevistas, proporcionando una visión detallada de los desafíos y soluciones propuestas por las defensoras en estas regiones.

La presencia de actores armados y la criminalidad exacerbada relacionada con la minería ilegal, los cultivos de uso ilícito y el tráfico de drogas son vectores clave que ponen en riesgo la seguridad y la integridad de sus comunidades. Estos elementos se suman a los desafíos ambientales y sociales generados por industrias extractivas legales e ilegales, como la minería, la producción petrolera, la agricultura de monocultivos y la tala, que conducen a la degradación ambiental y generan impactos sociales y espirituales adicionales en las poblaciones.

Las dinámicas actuales de criminalidad y violencia se suman a los legados de un conflicto armado que aún no ha logrado cerrar su capítulo en el país. La amenaza continua y la victimización de movimientos sociales organizados, especialmente entre las mujeres, representan una pesada carga para las comunidades y las mujeres defensoras de los derechos humanos y del medio ambiente. Estas defensoras luchan contra complicadas dinámicas de género asociadas a una persistente cultura patriarcal que estigmatiza su trabajo y las expone a riesgos de violencias tanto visibles como invisibles.

Convertirse en defensora, para muchas, ha sido un legado de violencia y trauma, pero también una fuente de movilización en un contexto con mínimas oportunidades de apoyo y financiamiento. A pesar de los riesgos, la necesidad de defender su entorno y sus comunidades motiva a estas mujeres a continuar su labor, aunque muchas opten por mantener un perfil bajo por temor a represalias.

En respuesta a estos desafíos, las defensoras han implementado estrategias de solidaridad y empoderamiento comunitario para proteger el medio ambiente, sus territorios y sus propios modos de vida. El empoderamiento no solo incluye financiamiento, sino también oportunidades de capacitación en liderazgo y mecanismos para denunciar los riesgos a los que se enfrentan. Además, priorizan la educación ambiental, que ayuda a fomentar una mejor comprensión del valor de las áreas naturales que les rodean, fortaleciendo así la conexión entre los residentes y la tierra que consideran su hogar. También desarrollan estrategias para el reconocimiento y la atención de los riesgos y efectos que implican las actividades extractivas en los territorios, asegurando una gestión y respuesta más efectiva a estas amenazas.

A medida que aumenta la conciencia y la educación, es crucial que se reconozca y apoye el papel indispensable de las mujeres en la Amazonía colombiana en la mitigación del cambio climático. Al prevenir la deforestación y los incendios forestales, estas defensoras no solo salvaguardan la vegetación del Amazonas, un crucial reservorio de carbono, sino que también contribuyen significativamente a la protección del medio ambiente global. Su trabajo refleja un compromiso implícito con la salud ecológica que, simultáneamente, busca mejorar las condiciones de vida familiares.

Apoyar a estas valientes defensoras en Colombia no solo es crucial para la conservación del Amazonas, sino que también fortalece los pilares de la democracia y los derechos humanos en el país. Asegurando que sus voces sean escuchadas y sus esfuerzos reconocidos, contribuimos a una gobernanza más inclusiva y equitativa. Esto destaca el rol indispensable de las mujeres en la primera línea de la batalla por la justicia ambiental y social, un paso esencial no solo para Colombia, sino para la comunidad global en su esfuerzo por encontrar soluciones reales y duraderas a los desafíos socio ambientales que enfrentamos hoy. Reconocer y apoyar a estas defensoras es reconocer la interconexión de la salud ecológica, la estabilidad social y la equidad global, tres ejes que deben guiar nuestro camino hacia un futuro más sostenible y justo para todos.

Es imperativo que la comunidad internacional amplifique su apoyo a las defensoras ambientales de la Amazonía colombiana. La protección de sus derechos y la garantía de su seguridad no solo son cuestiones de justicia, sino también de vital importancia para la lucha global contra el cambio climático. La presión internacional y la colaboración con organizaciones locales pueden catalizar cambios significativos, asegurando que estas mujeres puedan continuar su trabajo esencial sin temor a represalias. El compromiso global con la defensa de los derechos humanos y la protección ambiental en Colombia es un reflejo de nuestra responsabilidad compartida hacia el planeta y las generaciones futuras.

Además, la construcción de redes de apoyo y la provisión de recursos adecuados son fundamentales para fortalecer la resiliencia de estas comunidades. Las iniciativas lideradas por mujeres en la Amazonía no solo deben ser reconocidas, sino también apoyadas con políticas que promuevan la justicia ambiental y social. La inversión en programas de educación y capacitación, junto con el fortalecimiento de la gobernanza local, puede crear un entorno donde estas defensoras no solo sobrevivan, sino que prosperen. La lucha de estas mujeres es un faro de esperanza y un ejemplo de que, con el apoyo adecuado, es posible construir un futuro más justo y sostenible para todos.

Katherine es una economista colombiana con intereses en investigación sobre la interacción entre violencia y desarrollo en América Latina. Actualmente, se desempeña como investigadora en el Instituto Igarapé en Brasil, una institución de enfocada en el estudio de dinámicas sociales y económicas...