Como parte de su celebración de 15 años La Silla Vacía propone pensar en un “Acuerdo para el futuro” enmarcado en cuatro objetivos básicos sobre los cuales los colombianos deberían ponerse de acuerdo en los próximos 15 años: 

  1. Que ningún niño pase hambre.
  2. Que haya agua suficiente y de buena calidad para todos los colombianos.
  3. Que los colombianos puedan tener información de calidad, la proveída por el Estado y la que dan los medios de comunicación.
  4. Que Colombia pueda insertarse en una economía mundial dominada por la inteligencia artificial.

Cifras y Conceptos, la encuestadora dirigida por Cesar Caballero, hizo un aporte generoso incluyendo un módulo de preguntas sobre estos temas en su más reciente Encuesta Polimétrica de junio de 2024.

Los resultados muestran que en un horizonte de 15 años, los ciudadanos privilegian las necesidades básicas inmediatas, como acceder a agua potable, sobre las preocupaciones en torno a la calidad de la información y la inteligencia artificial. 

Estas son seis conclusiones que deja la encuesta:

1. Los objetivos de hambre y agua son los más importantes para los ciudadanos

De los cuatro objetivos que enmarcan “Un Acuerdo para el Futuro”, que ningún niño pase hambre y que haya agua suficiente y de calidad para todos encabezan las preocupaciones de los encuestados. Estos dos están muy por encima de los logros relacionados al acceso a información pública de calidad y la inserción en una economía mundial dominada por la inteligencia artificial (IA).

En promedio, cuatro de cada cinco encuestados dicen que el hambre y el agua son los temas más importantes para el país, comparado a dos de cada cinco frente a la información y la IA. 

Miguel Ángel León, subgerente técnico de Cifras y Conceptos, la firma que realiza esta encuesta, dice que esta tendencia responde a teorías psicológicas como la jerarquía de necesidades de Maslow. Esta indica que las personas deben satisfacer sus necesidades básicas o fisiológicas antes de preocuparse por necesidades más avanzadas o inmateriales como la tecnología, particularmente en contextos como el colombiano, en donde estas no están garantizadas.

Y es que históricamente los esfuerzos por cerrar las brechas en torno a un problema como el acceso al agua han sido disímiles, especialmente para el campo colombiano. Actualmente, uno de cada tres hogares rurales no tiene acceso a agua potable y servicios de alcantarillado, como lo reportó La Silla en el marco de este especial.

Además, la coyuntura actual, en donde ciudades como Bogotá continúan enfrentando racionamientos luego de la sequía causada por el fenómeno del Niño a inicios de este año, ha puesto a muchos ciudadanos de cara a la posibilidad de no tener agua suficiente en un futuro cercano.

2. Aún así, hay un mayor entusiasmo sobre alcanzar las metas de información e IA en 15 años

Una cosa es la importancia que los ciudadanos otorgan a estos objetivos y otra es su percepción sobre cuáles de estos realmente podrían lograrse. 

Aquí el orden se invierte: la mayoría no es optimista sobre el logro de los objetivos de hambre y agua. Tan solo frente al primero, el 54% de los ciudadanos dice no creer que Colombia pueda lograr que ningún niño pase hambre en 15 años, y un poco más de la mitad no cree en la posibilidad de tener agua suficiente y de calidad para todos.

Si bien no son la prioridad en nivel de importancia, casi el 60% de los encuestados cree que sí será posible contar con información pública de calidad y que el país podrá insertarse en una economía mundial dominada por la IA.

Según León, estos resultados son previsibles: “resolver problemas como el hambre y el acceso al agua implica cambios estructurales significativos y puede ser visto como menos probable de alcanzar en el corto plazo”, dice. En contraste, los avances en IA y gestión de información se perciben como más alcanzables debido al rápido progreso tecnológico e inversión que han tenido en los últimos años.

Para León, los colombianos guardan cierto temor frente a la incapacidad de resolver problemas tan fundamentales como el hambre, que “pueden generar una sensación de resignación o pesimismo debido a su longevidad y la falta de soluciones rápidas en el pasado”. La IA y la información, por su parte, se perciben como nuevas fronteras que pueden cambiar rápidamente la vida cotidiana. En parte por desconocimiento, estas generan un mayor optimismo.

Sin embargo, al desagregar los datos por educación o nivel de ingresos, la Encuesta Polimétrica revela otros matices:

Por ejemplo, dentro del 57% que afirma creer en la posibilidad de tener información de calidad en 15 años (el resultado más positivo), el optimismo puntea entre las personas con niveles de educación más bajos. En promedio, el 65% de las personas cuyo mayor grado alcanzado es la primaria, el bachillerato o un técnico o tecnólogo confía en un futuro en donde este objetivo sea una realidad. 

Entre los universitarios hay un menor entusiasmo: solo el 46% cree poder lograr esta meta. Los universitarios de nivel socioeconómico más alto son aún menos optimistas. Solo dos de cada cinco creen en esta posibilidad. Es decir que parece haber una tendencia en donde a mayor nivel de educación y nivel socioeconómico, mayor es el pesimismo sobre la proyección del país en 15 años.

Esta tendencia se percibe a lo largo de otras encuestas, como lo indica Miguel García, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Los Andes. En Colombia hay una fuerte correlación entre educación e ingreso: los más ricos tienden a ser los más educados y los que reciben una educación de mejor calidad, que a su vez los hace más pesimistas.

Pero, según García, la educación en general tiende hacia el pesimismo, sin importar el nivel económico, porque hoy hay un mayor acceso a la información. “Estamos expuestos a un bombardeo de información. Hay unos niveles altísimos de información que pueden guiar este pesimismo”, dice. Esto, en su opinión, es paradójico porque estar la educación no necesariamente hace que las personas valoren más positivamente la realidad.

Todo esto también tiene que ver con las narrativas que guían la opinión pública. “Hoy hay una narrativa popularizada de crisis: democracia en crisis, crisis climática, crisis de condiciones de seguridad. Los sectores más educados perciben más esto”, dice García, quien es codirector del Observatorio de la Democracia, un centro de investigación académica de opinión pública y comportamiento político.

3. Barranquilla y Cali son las ciudades más optimistas frente al futuro

Al estudiar el resultado por ciudad, se observa que Barranquilla y Cali son más optimistas que Bogotá y Medellín frente al logro de estos objetivos. En general, Barranquilla lidera la confianza en tres de las cuatro metas, solo superada por Cali en materia de inteligencia artificial. A lo largo de todas las categorías, las respuestas de estas dos ciudades superan el 50% de respuestas afirmativas. En promedio, tres de cada cinco caleños y barranquilleros creen que Colombia puede lograr las cuatro metas en 15 años.

Se destaca el objetivo sobre agua, en donde el 72% de los barranquilleros y el 65% de los caleños dicen confiar en que los colombianos tendrán agua suficiente y de buena calidad en el futuro.

“Barranquilla y Cali han experimentado un crecimiento económico significativo en los últimos años. Esto puede generar un sentimiento de optimismo entre los residentes”, dice León, de Cifras y Conceptos. Añade que la mezcla entre una cultura local más entusiasta y un menor costo de vida contribuyen al optimismo. Según León, son ciudades con políticas efectivas y una gobernanza percibida como positiva entre los locales.

García coincide. “En Barranquilla el resultado tiene que ver con el éxito de los Char. Es una ciudad que crece y progresa, lo que mueve la opinión pública hacia el optimismo”, menciona. “Me sorprende Cali -dice- porque es una ciudad con una fractura social inmensa, sobre todo luego de la pandemia. Pero probablemente el cambio de gobierno, la COP16 y la reducción de homicidios explican este optimismo por el futuro”. 

Esto es congruente con los resultados de la encuesta Invamer de febrero. La llegada de los nuevos alcaldes inyectó optimismo entre los ciudadanos, como lo reportó La Silla.

En contraparte, Bogotá y Medellín son las ciudades menos entusiastas. Esto se evidencia en el objetivo del hambre. Casi el 60% de los bogotanos y los paisas creen que el país no podrá lograr que ningún niño pase hambre durante los próximos 15 años. Solo dos de cada cinco creen que esto es una posibilidad.

Frente al agua, son más los bogotanos que desconfían (52%) que los que creen (48%) poder alcanzar esta meta.

“No me extraña que Bogotá sea la menos optimista”, dice García. Según el profesor, la visión de la ciudad es muy distinta a la de los noventa, que tenía liderazgos más positivos. Pero también hay una paradoja estructural, pues Bogotá es la ciudad en donde hay mejores servicios públicos, pero aún así los ciudadanos exigen más y se autoperciben dentro de una situación precaria.

León añade que los desafíos como el congestionamiento urbano, la inseguridad y la desigualdad, que enfrentan tanto Bogotá como Medellín, pueden influir negativamente en la percepción del futuro. Los problemas con la administración local, sobre percepción de corrupción o de ineficacia, han agravado esta percepción en años recientes.

4. Los ricos son más pesimistas que los pobres y la clase media

En cuanto al nivel socioeconómico, se observa el mismo patrón a lo largo de los cuatro objetivos: los encuestados de ingresos bajos son los más optimistas, seguidos por aquellos de ingresos medios y luego los de ingresos altos.

Alrededor del 62% de las personas de ingresos bajos cree que los colombianos podrán tener información pública de calidad y agua suficiente y de buena calidad para todos. Esta cifra se reduce a 51% y 47%, respectivamente, para las personas de un nivel socioeconómico alto. Estos son más pesimistas frente al hambre: solo el 38% confía en un futuro en el que este problema sea resuelto.

Aquellos que están en un nivel socioeconómico medio, que según el encuestador representan el 41% de los encuestados, se ubican en torno al 50% de confianza sobre los objetivos de IA, agua y hambre. El entusiasmo se evidencia más en materia de información, en donde el 58% de las personas de ingresos medios dice creer en el logro de este objetivo.

García explica esto a partir de dos factores. Primero, “las élites tienen una visión pesimista sobre el país en el que ‘les toca’ vivir y que ellos han ayudado a armar”, dice García. Esto se manifiesta en que estos sectores mandan a sus hijos a estudiar al exterior o que consideran lo colombiano como inferior. 

Segundo, el gobierno Petro ha aumentado el pesimismo entre la élite: “esto ha generado un complejo de inferioridad sobre sí mismas, porque finalmente son las élites las que mueven las elecciones y ahora las élites son menos cercanas al gobierno”.

Por su parte, León explica que la brecha se debe a una diferencia en expectativas: “las personas de ingresos bajos pueden tener expectativas más bajas sobre sus condiciones de vida. Cualquier mejora, aunque sea pequeña, puede ser vista como un gran avance. Las personas más ricas tienen expectativas más altas, por lo que son más críticos si no ven mejoras significativas”.

León agrega que esta tendencia tiene que ver con una mentalidad de resiliencia, pues las personas en niveles socioeconómicos más bajos están acostumbrados a superar adversidades, lo que puede traducirse en una visión más optimista del futuro.

5. La ideología política no marca una tendencia clara sobre los temas del acuerdo

Frente a la ideología, los resultados son mixtos. En general, la derecha se inclina más por creer en los logros sobre la información pública y el agua, que tienen niveles de confianza de 61% y 58%, respectivamente. En materia de inteligencia artificial se ubican en toda la mitad y, frente al tema del hambre, los entusiastas son menos que los que desconfían del logro.

La izquierda no exhibe una tendencia tan clara. En los cuatro casos las opiniones están entre el 55% y el 59% de respuestas afirmativas, siendo la meta sobre inteligencia artificial la más alta y la del hambre la más baja; aunque las diferencias no son muy significativas.

Aquellos que se ubican en el centro, que son un poco más de la mitad de los que respondieron la encuesta, son los más escépticos en promedio, aunque tienden a estar en toda la mitad entre las opiniones de derecha e izquierda.

Según León, esto se debe a que las personas con una ideología de centro tienden a mantener opiniones moderadas y equilibradas, reflejando tanto aspectos positivos como negativos de la situación actual y futura. Esta postura se basa en un equilibrio entre extremos ideológicos, adoptando una perspectiva pragmática y realista que resulta en una visión balanceada del futuro.

6. El voluntariado encabeza la lista de acciones que los ciudadanos harían para aportar a estas metas

Esta Polimétrica incluyó una pregunta sobre qué están dispuestos a hacer los colombianos para aportar al logro de estos objetivos en los próximos 15 años. El voluntariado, la denuncia y la exigencia de rendición de cuentas a los gobernantes encabezan la lista de acciones, con intenciones del 40%, 31% y 29%, respectivamente.

Sobre al tema del voluntariado, que fue la acción más votada, León explica que existe una brecha entre la intención de participar y la participación efectiva en el futuro. La aceptación social y el deseo de mantener una autoimagen positiva llevan a las personas a afirmar que participarían en voluntariados. Sin embargo, esto subestima los desafíos, el tiempo requerido y la falta de compromiso real que conlleva la acción, a pesar de las buenas intenciones.

A estas, que son de carácter más individual, les siguen acciones relacionadas a la acción colectiva colectiva. Asociarse en organizaciones ambientales, manifestarse públicamente y hacer donaciones a personas y organizaciones son algunas de las que puntean en la lista.

También se observa cierto interés por las acciones dentro de la esfera digital. Un 15% dice estar dispuesto a realizar o apoyar denuncias en redes sociales, y un 12% a participar en campañas digitales. 

Las organizaciones políticas y sindicales son las que menos interés generan. Apenas un 2% le apuesta a los sindicatos como vía para cumplir con los logros del acuerdo. Y solo uno de cada 10 colombianos está dispuesto a pagar más impuestos.

A nivel regional, los resultados de la Polimétrica muestran una tendencia que pareciera controvertir el optimismo que ciertas ciudades sienten frente al logro de las metas. Si bien son las más entusiastas, al preguntarles sobre las acciones que están dispuestos a hacer, Barranquilla y Cali son los menos comprometidos, a excepción de los barranquilleros que dicen querer participar en un voluntariado y los caleños que apoyarían denuncias en redes sociales, que en ambos casos son la mayoría.

En todo lo demás, Bogotá y Medellín lideran el interés por aportar al logro de los objetivos, especialmente frente a acciones como exigir rendición de cuentas a los gobernantes o hacer donaciones a personas u organizaciones.

Los paisas son más entusiastas que el promedio de las demás ciudades para las cinco primeras acciones de la lista. Por su parte, los bogotanos encabezan acciones como participar en campañas digitales o participar en política. Se destaca que los bogotanos son los que más se inclinan por pagar más impuestos entre las ciudades encuestadas. 

Una alianza de:

Historiador del Arte y Profesional en Gobierno. Cubro el especial de 15 años de La Silla Vacía. Escribo sobre políticas públicas, medioambiente e inteligencia artificial.