La editorial Planeta acaba de decirle a Laura Ardila que no va a publicar su libro “La Costa Nostra”.

La editorial Planeta acaba de decirle a Laura Ardila que no va a publicar su libro “La Costa Nostra”, una investigación detallada sobre la historia del poderoso Clan Char y su entramado de negocios, contratistas y aliados políticos.

Se lo dijo después de que llevaba un mes y medio en el proceso de impresión. Después de que ya había sido aprobada la carátula con los insumos de Laura y de que le habían hecho el estudio fotográfico para la solapa. Después de haber superado meses de revisión y de discusiones creativas con el editor de Planeta. Después de haber firmado un contrato con Laura hace casi dos años y de haberle dado un anticipo. Es decir, después de que la decisión de publicar el libro ya era una realidad.

¿Por qué decidieron no publicarlo? Porque les dio miedo. Tanto el editor del libro, Andrés Grillo, como la directora editorial de Planeta, Mariana Marczuk, no ahorraron elogios para el libro. Marczuk le dijo a Laura que “La Costa Nostra” es “una joya del periodismo de investigación” y “una investigación periodística impecable”. Que la calidad del libro “no está en discusión”. Planeta había decidido en el último minuto no hacerlo, según le dijo ella, porque el departamento legal de España no quería asumir el riesgo legal de una eventual demanda.

En otras palabras, no publicaron el libro por cobardes. Pero muy probablemente no por temor a una eventual demanda pues no han mostrado esa cautela para publicar otros libros que también se refieren a grupos o personas con capacidad de entablar litigios.

Me pregunto si la razón es que recibieron presiones similares a las que ha soportado La Silla en todos estos años que ha intentado cubrir de manera independiente un grupo tan poderoso como el clan Char, y más ahora que Álex arranca su campaña para repetir en la Alcaldía de Barranquilla.

De hecho, en los casi 15 años de existencia de La Silla Vacía en ninguno de nuestros cubrimientos nos han sucedido tantos “episodios” curiosos, por usar un eufemismo, como con nuestro cubrimiento del poder barranquillero.

Hace nueve años, cuando lanzamos La Silla Caribe, con Laura Ardila como editora, uno de los periodistas que contratamos abandonó el cargo a los pocos días de haber arrancado y de comenzar a hacer reportería para una historia sobre los contratistas Daes de la ciudad. Dijo que abandonaba el puesto porque había perdido la “vocación periodística”, pero la recuperó a los pocos días cuando comenzó a trabajar en otro medio digital, curiosamente afín a estos empresarios.

Laura siguió con la investigación y nunca terminamos de sorprendernos porque al menos cinco fuentes a las que llegó a entrevistar sobre este poder conocían previamente el motivo de la entrevista sin que se lo hubiéramos revelado. Y paralelamente, comenzó en redes una campaña de desprestigio en contra de Laura, de la otra periodista y de La Silla Vacía, que el mismo abogado de los Daes reconoció que fue autoría de ellos.

Paralelo a los memes, nos sucedió otra cosa en nuestro aterrizaje forzoso en la Costa: tres motos con tipos armados atracaron a Laura en Valledupar al bajarse de un taxi. Al principio, no le dimos demasiada importancia. Pero luego nos asustó mucho porque llamaron a devolver el teléfono pero lo habían reseteado y le habían borrado todos los contactos y las fotografías. También le devolvieron los documentos. Solo se perdió su libreta de apuntes.

Durante los más de cuatro años que Laura cubrió al clan Char, el alcalde Álex Char nunca quiso darle una entrevista y la única información oficial que conseguimos fue con derechos de petición. Laura enfrentó durante esos años el ostracismo no solo del poder oficial sino de muchos de sus colegas barranquilleros, En esta ciudad, con contadísimas excepciones, los periodistas (incluso varios prestigiosos de Bogotá) y los políticos —hasta los de oposición— sólo estaban dispuestos a ver el “milagro barranquillero” producido por los Char; cualquier indagación sobre cómo se construyó es vista y tratada como una traición.

Laura nunca se amilanó. Tampoco optó por la militancia política, ese refugio natural para los periodistas castigados por el poder. Laura siguió investigando. Por eso, cuando decidió escribir su libro, La Silla decidió apoyarla. Haciendo un esfuerzo, le dimos una licencia remunerada para que se pudiera dedicar tiempo completo a escribirlo. Yo edité todos los capítulos, y doy fe del rigor y de la calidad de su investigación. “La Costa Nostra” es un gran libro. Revela como pocos que yo haya leído cómo funciona el poder. En este caso, un poder que combina hábilmente el éxito y la habilidad empresarial con las prácticas políticas clientelistas, y que funde en una sola cara el prestigio que les dan sus múltiples y visibles logros empresariales y públicos para la ciudad con una cara mucho más oscura de sus vínculos emocionales, económicos y políticos con el mundo mafioso.

Cuando arranqué La Silla siempre pensé que su valor como medio radicaría en cubrir el poder tal cual es. Sabía que nos enfrentaríamos al privilegio que tienen los poderosos de controlar qué se dice de ellos y qué se calla. La censura del libro de Laura por parte de Planeta es un ejemplo perfecto. Pero el libro verá la luz. Si está interesado en el libro, mande un correo a librolacostanostra@gmail.com y le escribiremos apenas esté al aire.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...