Publicado enOpinión

La línea abierta

Durante años examiné con obsesión el teatro de Julio Sánchez Cristo en La W: las lapidaciones de la mesa de trabajo, los homenajes patrocinados, la condescendencia planeada y las indignaciones rentables. Dejé de hacerlo como se abandona un mal hábito. Pero en estos días oí un segmento que me recordó –por si se me estaba olvidando– […]

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